VIDA SALUDABLE - 26 de noviembre de 2021
Las altas capacidades es una condición infradiagnosticada y frecuentemente, confundida con otras etiquetas diagnósticas más comunes como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el Trastorno Negativista Desafiante o el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), entre otros.
Ya desde 2006 se habla de “altas capacidades” y no de “superdotación” ya que esta etiqueta de “superdotado” reducía el diagnóstico únicamente a un coeficiente intelectual superior a 130, sin hacer referencia al resto de capacidades que también componen el diagnóstico, como la creatividad, el potencial de aprendizaje o la hipersensibilidad.
Socialmente, tenemos la idea de un/a niño/a de altas capacidades como inteligente, exitoso/a y con un brillante expediente académico en el colegio. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
En los últimos años, esta imagen social del “niño superdotado” exitoso se ha ido matizando y hemos llegado a comprender que las altas capacidades no se reducen exclusivamente a la inteligencia y que, de hecho, se asocian con frecuencia a una alta tasa de fracaso escolar, expedientes académicos lejanos al sobresaliente o incluso a un comportamiento disruptivo en clase. De ahí, que su identificación y diagnóstico sea malinterpretado con frecuencia.
Cada día conocemos más acerca de las altas capacidades y, al menos, ya no lo relacionamos exclusivamente al éxito y la brillantez intelectual. Sin embargo, estamos aún muy lejos de comprender qué significa ser altas capacidades y qué engloba esta etiqueta.
“Marcos tiene 12 años. Es un niño que siempre ha destacado por su capacidad de reflexionar e interesarse sobre ciertos temas que trataba en clase, especialmente la historia. Con frecuencia, cuestiona al profesor, desatiende o no completa los ejercicios pautados. Cuando se le pregunta, refiere no verle sentido a hacerlos si ya lo ha entendido. Sin embargo, sus calificaciones están en la media o, incluso, por debajo de ésta. Cuando esto sucede, Marcos se frusta y tiende a abandonar o a dejar de lado la asignatura”.
Un niño con altas capacidades percibe el mundo de una forma diferente. Pese a su dotada capacidad lógica, su gran capacidad de concentración, curiosidad e interés, su manera de comprender frecuentemente choca con la forma en la que el sistema educativo enseña los conceptos. Generando, una eterna sensación de incomprensión, impotencia y frustración.
La importancia de identificar, comprender, acoger y dar un espacio a estos/as niños/as reside en poder dar un sentido a cómo se han sentido durante su etapa escolar, ofrecerles alternativas dentro del entorno escolar y familiar que potencien sus capacidades y que permitan una adecuada adaptación a su futura vida adulta.
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria