A la hora de adquirir unos hábitos de alimentación saludables, tan importante es “qué comemos” como el “cómo lo comemos”.
Desde hace unos años, se está comprobando sistemáticamente que la forma de comer, y más concretamente, la velocidad a la que comemos tiene un efecto determinante en la ganancia/pérdida de peso y en las digestiones.
Disminuir la velocidad a la que comemos resulta fundamental ya que nos ayuda a tomar conciencia de la sensación de saciedad, a mejorar la relación con la alimentación, favorece el control de las cantidades que ingerimos y el proceso digestivo.
En este artículo, te contamos las 8 claves principales para adquirir el hábito de comer despacio:
- Primero, lo más elemental. Disponer del tiempo suficiente para comer con calma.
El tiempo mínimo recomendado es en torno a 20 minutos. Esto se debe a que la hormona encargada de la saciedad (leptina) se segrega muy lentamente, por lo que sentiremos la saciedad fisiológica pasado un tiempo.
- Segunda clave básica: No es posible comer despacio con un hambre voraz.
La premisa para poder comer despacio es que tengamos un horario de comidas estructurado y con ingestas frecuentes, de manera que lleguemos a las comidas con apetito, no con mucha hambre.
- Si estamos comiendo, estamos comiendo.
Cada día estamos más habituados a que la comida sea un mero trámite para poder retomar nuestro frenético ritmo de trabajo y obligaciones diarias. Desayunos a contrarreloj, comidas para llevar, cafés sin saborear, tentempiés mientras trabajamos. Es fundamental, enfocar la atención en el acto de comer. Dedicar tiempo a comer sentados/as, con la mesa puesta, sirviéndonos en un plato para poder percibir las cantidades y, sobretodo, evitando distracciones como trabajo, llamadas o televisión.
- Utiliza tus 5 sentidos.
Durante mucho tiempo se ha extendido la técnica de masticar 30 veces cada pinchada. Una técnica útil al inicio, pero con muy baja adherencia, ya que resulta tediosa y tendemos a olvidarnos con facilidad. En respuesta, la técnica que ha resultado especialmente eficaz es reeducar el foco de atención cuando comemos, o el conocido “Mindful Eating”. Una técnica que busca experimentar con todos los sentidos los alimentos, como cuando probamos un alimento nuevo. Cuando aprendemos a enfocar nuestra atención en sensaciones como la textura, el sabor o el olor disminuimos la velocidad de forma automática.
- Comer acompañado/a.
Rodearnos de compañía durante las comidas facilita enormemente disminuir el ritmo ya que por el mero hecho de atender a la conversación y alternar turnos de palabra se dilata el tiempo empleado en la comida.
- Pequeño consejo, pero muy eficaz. Dejar los cubiertos en el plato entre bocado y bocado.
Además, facilitará prestar atención al sabor del alimento que te estás tomando en lugar de enfocarte en la siguiente pinchada.
- Para los aficionados/as de la comida asiática, ¿habéis probado a comer con palillos?
Puede sorprender la propuesta pero se trata de una forma eficaz de ralentizar las comidas sin sensación de sacrificio o esfuerzo.
- Preparar los alimentos en el momento.
Partir los alimentos con cuchillo y tenedor, desmenuzar los alimentos o pelar los frutos secos y la fruta en el momento permitirá tomar conciencia de las cantidades y facilitará comer más despacio.