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Conoce cómo ponerte a salvo del principal factor desencadenante de la Enfermedad Cardiovascular

COLESTEROL - 8 de octubre de 2021

La enfermedad cardiovascular es la principal causa de mortalidad en todo el mundo, por delante del cáncer. Además, es la responsable de más de 4 millones de muertes en Europa cada año[i]. La enfermedad coronaria es la forma más frecuente de enfermedad cardiovascular y junto con el accidente cerebrovascular isquémico, representan el 45% del total de muertes anuales en Europa[ii].

En las últimas décadas, los casos totales de enfermedad cardiovascular han ido en aumento debido, en parte, a nuestro estilo de vida. El estrés, la carga de trabajo, una mala alimentación y un estilo de vida sedentario son algunos de los principales factores que han disparado la cifra total de casos. Cuantos más factores de riesgo tenga una persona, más probabilidades tendrá de sufrir una enfermedad cardiovascular. De estos factores, algunos pueden cambiarse o tratarse y otros no. Por esto, el seguimiento y la medición de valores por parte de los especialistas es vital a la hora de marcar la diferencia en el control de esta patología.

Las dislipemias constituyen uno de los principales factores tratables de riesgo cardiovascular[iii].

Cuando hablamos de dislipemia, nos referimos a una concentración elevada de lípidos en sangre, (colesterol y triglicéridos) o ambos al mismo tiempo, pero también, cuando el colesterol HDL, comúnmente conocido como colesterol bueno, presenta niveles muy bajos.

Las personas que padecen dislipemia no sufren dolor ni síntomas evidentes de este trastorno, en cambio, tienen un alto riesgo de desarrollar aterosclerosis que, a su vez, da lugar a otras patologías como el infarto de miocardio, la angina de pecho o el accidente cerebrovascular.

Precisamente, dado el carácter silencioso de la dislipemia, es muy importante realizar controles periódicos para determinar la concentración de triglicéridos y de colesterol en sangre.

El colesterol es esencial para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Está presente en todas las células de nuestro cuerpo y es un componente esencial de las membranas celulares, de las células cerebrales y nerviosas, y de la bilis. Sirve para sintetizar la vitamina D y lo obtenemos a través de los alimentos, pero también nuestro propio cuerpo se encarga de producirlo por sí solo[iv]. Tener unos niveles inadecuados de colesterol en sangre está relacionado directamente con la presencia de enfermedades cardiovasculares.

En España, los eventos cardiovasculares derivados, en gran parte, de las dislipemias, son la principal causa de mortalidad, 120.859 muertes según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE- 2018)[v]. Se calcula que más del 70% de los pacientes diagnosticados con dislipemias presentan un perfil de riesgo cardiovascular alto o muy alto por lo que requieren tratamientos muy estrictos para reducir ese riesgo en el menor tiempo posible[vi]. Un 24,3% de la población española está diagnosticada con dislipemia, el factor de riesgo cardiovascular modificable más importante[vii]. El tratamiento de estas enfermedades supone un 7,1% del total del presupuesto sanitario en nuestro país. En España se estima que el coste anual para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares es de 9.000 millones de euros, de los cuales, las hospitalizaciones representan el mayor gasto, un 63%. Además, es sabido que los pacientes que sufren un primer episodio de enfermedad cardiovascular tienen un alto riesgo de sufrir nuevos episodios posteriores lo que duplica la cifra de gasto para el Sistema Nacional de Salud, unos 22.750 euros frente a los 12.380 euros, en caso de sufrir solo un episodio[viii]. La principal causa de este gasto corresponde a los costes directos el 87%, frente al 13% de los costes indirectos[ix]. Por este motivo, es muy importante prevenir y tratar las enfermedades cardiovasculares, para conservar el buen funcionamiento y sostenibilidad del sistema de salud nacional.

El tratamiento de estas patologías se centra en disminuir la concentración de colesterol total en la sangre, manteniéndolo por debajo de 200 mg/dL, el colesterol LDL por debajo de 130 mg/dL y los triglicéridos por debajo de 150 mg /dL. Además, conviene mantener los niveles de colesterol bueno o HDL por encima de 40 mg/dL. Estos índices solo son válidos para personas cuyo riesgo cardiovascular es muy bajo, ya que en el caso de pacientes cuyo riesgo sea mayor, debido a varios factores añadidos, los valores de referencia cambian.

Los expertos recomiendan realizar una serie de cambios en el estilo de vida para reducir el riesgo. En primer lugar, la práctica de ejercicio físico sería uno de los principales factores a llevar a cabo por los pacientes que quieren mejorar sus niveles de lípidos en sangre.

Se ha demostrado que el ejercicio físico provoca cambios significativos en estos niveles además de que, con la pérdida de peso, se mejoran también otros factores de riesgo asociados a enfermedades cardiovasculares como la hipertensión o la diabetes, entre otros. Lo recomendable sería realizar un mínimo de cinco días de ejercicio a la semana, priorizando, en el caso de pacientes con obesidad o sobrepeso, los ejercicios aeróbicos, que ayudan en la pérdida de peso. Estos ejercicios deben ir desde los 30 minutos hasta los 50 o más al día y, además, deben ser de intensidad moderada a alta, para incrementar el gasto calórico. Caminar, correr, montar en bicicleta o las actividades grupales de baile son algunos ejemplos de prácticas deportivas idóneas para lograr este objetivo.

Siempre es recomendable consultar con un especialista antes de realizar cualquier cambio radical en nuestro estilo de vida, es decir, si nunca hemos practicado deporte, es conveniente acudir a nuestro médico de referencia para que nos realice un chequeo previo y descartar así cualquier otra patología. Por otro lado, también es importante combinar la práctica de ejercicio con una dieta equilibrada.

 

Fuentes:

  • [i] ESC/EAS Guidelines for the management of dyslipidaemias. Eur Heart J. 2020; 41(1): 111-188.
  • [ii] Townsend, N. et al. Cardiovascular disease in Europe. Eur Heart J. 2016;37:3232–3245.
  • [iii] Yusuf, S., et al., Effect of potentially modifiable risk factors associated with myocardial infarction in 52 countries (the INTERHEART study): case-control study. The Lancet, 2004. 364(9438): p. 937-952.
  • [iv] ¿Qué es el colesterol? Disponible: https://elcolesterol.es/#que-es. Septiembre 2021.
  • [v] Instituto Nacional de Estadística (INE). Abril 2020]; Disponible en: https://www.ine.es/
  • [vi] Pedro-Botet, J. and X. Pintó, Colesterol LDL, cuanto más bajo mejor. Clínica e Investigación en Arteriosclerosis, 2019. 31: p. 16-27.
  • [vii] HISPALIPID_Vegazo, O., et al., Prevalencia de dislipemia en las consultas ambulatorias del Sistema Nacional de Salud: Estudio HISPALIPID. Medicina Clínica, 2006. 127(9): p. 331-334.
  • Pallarés-Carratalá, V., V. Pascual-Fuster, and D. Godoy-Rocatí, Dislipidemia y riesgo vascular. Una revisión basada en nuevas evidencias. Medicina de Familia. SEMERGEN, 2015. 41(8): p. 435-445.
  • [viii] Instituto Nacional de Estadística (INE). Abril 2020]; Disponible en: https://www.ine.es/
  • [ix] ¿Cuánto cuesta un enfermo cardiovascular?. Fundación Española del Corazón. Abril 2020]; Disponible en: https://fundaciondelcorazon.com/corazon-facil/blog-impulso-vital/2208-cuanto-cuesta-enfermo-cardiovascular.html
  • Calvo-Bonacho, E., et al., Asociación entre la mejora en el perfil de riesgo cardiovascular y los cambios en la incapacidad temporal: resultados del estudio ICARIA. Revista Española de Cardiología, 2017. 70(11): p. 941-951.
  • Delgado, J.F., et al., Costes sanitarios y no sanitarios de personas que padecen insuficiencia cardiaca crónica sintomática en España. Revista Española de Cardiología, 2013. 13: p. 643-650. Fox, K.M., et al., Clinical and economic burden associated with cardiovascular events among patients with hyperlipidemia: a retrospective cohort study. BMC cardiovascular disorders, 2016. 16: p. 13-13. Fernández-de-Bobadilla, J. and E. López-de-Sá, Carga económica y social de la enfermedad coronaria. Revista Española de Cardiología, 2013. 13: p. 42-47.

 

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