VIDA SALUDABLE - 4 de febrero de 2022
Desde siempre se había dicho que las grasas eran perjudiciales para nuestra salud y que nos hacían acumular peso, sin embargo, no todas las grasas son iguales y conviene saber diferenciar las buenas de las no tan buenas, para poder disfrutar de sus beneficios y llevar una dieta más saludable. Además, no existen grasas malas como tal, simplemente, algunas grasas son más perjudiciales para nuestro organismo, siempre y cuando las consumamos en exceso.
En primer lugar, es importante saber qué función tienen las grasas en nuestro cuerpo, para que entendamos que, suprimirlas totalmente, no es nada recomendable.
Las grasas nos aportan ácidos grasos esenciales, mantienen las hormonas sanas y son una gran fuente de energía. Además, reducen el colesterol malo y los triglicéridos y aumentan el colesterol bueno.
Por si esto fuera poco, los ácidos grasos también son muy beneficiosos para mejorar la salud mental y el estado de ánimo y nos ayudan a combatir la obesidad y las enfermedades como la diabetes y la hipertensión.
Por supuesto que los alimentos pueden no contener solo un tipo de grasas, por tanto, debemos conocer qué tipo de grasa es el más predominante en ese producto, a la hora de elegirlo.
Debemos limitar su ingesta a, como máximo, un 10% de las calorías diarias totales.
En exceso, las grasas saturadas elevan el nivel de colesterol malo en la sangre, perjudican las arterias y la circulación sanguínea. Se encuentran en productos de origen animal, como la carne, la mantequilla, el tocino, la manteca, los embutidos… pero también en productos de origen vegetal como el aceite de palma. Por supuesto que, la bollería industrial y los productos lácteos enteros también son fuente de grasas saturadas.
Que estos alimentos las contengan no quiere decir que debamos suprimirlos de la dieta, sino simplemente tener una mayor conciencia de su efecto en nuestra salud y limitar su consumo.
Estas grasas elevan el colesterol bueno en sangre y disminuyen el malo, son muy enriquecedoras para nuestro organismo y podemos encontrarlas en el aceite de oliva, en el aguacate, en algunos frutos secos como las almendras, también en las aceitunas…
Son las más saludables ya que ayudan a nuestras células a cumplir su función, por lo que debemos darle prioridad a los alimentos que las contengan en mayor medida.
Son un punto medio entre las grasas saturadas y las monoinsaturadas.
Están presentes en algunos frutos secos, como las nueces, en los pescados azules, como el salmón, la trucha, el atún blanco, el arenque, en los aceites de semillas como el de girasol o el de soja. No son tan saludables como las monoinsaturadas, pero siempre son mejor opción que las grasas saturadas.
Se producen por el tratamiento industrial de grasas de origen tropical como el aceite de palma. Para hacerlas más consistentes se las somete a un proceso de hidrogenación que convierte la grasa líquida en grasa sólida. Son los más perjudiciales para nuestra salud y se encuentran en los alimentos fritos, en los alimentos procesados, en la comida basura… en definitiva no son comida real.
Ahora que ya sabéis más acerca de los tipos de grasas y de las cantidades que debemos consumir para mantener una buena salud en general, estáis más cerca de cuidar vuestra alimentación, llevar una vida más saludable y lograr vuestros objetivos.
Redactado por:
Cristina Lucerón