VIDA SALUDABLE - 10 de agosto de 2023
Los cambios que experimentamos mes a mes las mujeres no siempre han tenido buena fama, percibiéndose tradicionalmente como un obstáculo o impedimento para un desarrollo normalizado de la rutina. Sin embargo, desde una perspectiva más actual, cada vez la investigación y la sociedad se abre con curiosidad a comprender cómo funcionan estos cambios hormonales y aceptar su impacto.
Nos gustaría transmitirte que la importancia de conocer cómo funciona nuestro cuerpo no es una cuestión teórica. No se trata simplemente de saber más, sino que sin esa información no sería posible cuidarnos adecuadamente.
Pongamos un ejemplo e imaginemos que un niño después de un resfriado se encuentra más bajo de energía. Nosotros, adultos, que ya hemos pasado por muchos de estos resfriados, entendemos a la perfección que forma parte de una recuperación y que es cuestión de tiempo que esa energía vuelva a sus niveles básicos. Por lo tanto, respetaremos la calma que el niño necesita sin alarmarnos. Por ejemplo, igual le permitimos quedarse un día más en casa, echarse alguna siesta o reducir sus actividades extraescolares. En definitiva, adaptamos su rutina a lo que su cuerpo demanda para poder recuperarse.
¿Qué pasaría si no entendiésemos qué sucede? Posiblemente, exigiríamos a ese niño que recuperase su ánimo y energía porque tiene que hacer frente al día a día de inmediato.
El enfoque que solemos adoptar en nuestra rutina diaria suele ser:
“Tengo una lista de tareas programadas para hoy que tengo que terminar, esté como esté”. Si me encuentro con ánimo, perfecto, sino buscaré de qué manera parchearlo (me tomo un café o por qué no, tres).
Es una estrategia guiada por la parte racional (marcar la lista de tareas) pero que no atiende a necesidades emocionales que puedan surgir (¿cómo me encuentro hoy, ¿qué me pide mi cuerpo?) Somos nosotros los que nos adaptamos a la rutina en lugar de intentar adaptar la rutina a nosotros.
Como mujeres contamos con la ventaja de poder predecir (con más o menos acierto según cada mujer y la regularidad de su ciclo) cierto patrón sobre cómo nos vamos a sentir fase a fase. Por lo que esta información nos permite no sólo conocernos mejor, sino poder adaptar y planificar nuestra rutina en consonancia y por ende, aprender a cuidarnos mejor. Vamos allá:
Comencemos con la fase menstrual.
Recordemos que se trata de la fase con los niveles hormonales más bajos y, por lo tanto, en la que podemos encontrarnos más agotadas. ¿Qué proponemos?
Continuamos con la fase preovulatoria.
Crece la energía, motivación, concentración, retentiva y ganas de interactuar.
Es el momento ideal para planificar las tareas del mes (podremos ser realistas ya que contamos con la energía suficiente como para agendarnos tareas, pero a la vez no estamos tan activas como para sobrecargarnos). También es inteligente poder hacer frente a tareas de aprendizaje y estudio, empezar el curso que tenemos pendiente, planificarnos mayor carga de estudio para el examen o apuntarnos a alguna actividad.
Fase de ovulación.
En oposición a la menstruación es la fase con la que contamos con una explosión de energía, rendimiento y sociabilidad.
Par aprovecharlo en el área laboral es el momento para dedicarte de lleno a la productividad: completar la eterna lista de tareas por hacer y hacer frente a aquellas que sean más complejas. Así como planificar exposiciones o reuniones. A nivel personal, es buena idea aumentar el ejercicio físico y los planes sociales.
Llegamos a la fase postovulatoria o premenstrual.
La famosa fase del Síndrome Premenstrual. Al poner el foco en la parte negativa de esta fase (el caos y revuelo emocional) nos hemos olvidado de las ventajas que trae precisamente estos cambios a nivel emocional y cómo podemos adaptarnos a ellos.
Cerramos con la importancia de escucharnos, entender que somos cíclicas nos permite normalizar estos cambios y así poder ajustar las demandas del día a día a nuestro autocuidado.
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria