Epilepsia: cómo llevar a cabo una dieta keto

Cuando hablamos de alimentación y epilepsia, la dieta con mayor evidencia científica es la cetogénica, la cual consiste en aumentar grasas y proteínas frente a carbohidratos. Es una dieta o pauta nutricional que no siempre es fácil de llevar a cabo en determinados contextos sociales o momentos del día a día.

Hay versiones de ella entrando en mayor a menor estado de cetosis. La clave en la epilepsia no reside tanto en que el cuerpo entre en cetosis sino en que haya una ingesta bien potente de grasas saludables para la función cerebral mejorando los síntomas y bienestar de los pacientes que la padecen.

Debido a ello, se recomienda mantener la ingesta de frutas y verduras de todos los colores porque además los antioxidantes que contienen son muy beneficiosos para nuestras células y previenen su envejecimiento. Respecto a otras fuentes de carbohidratos y fibras, de mayor a menor prioridad, entrarían primero los tubérculos (patata, boniato y yuca) y las legumbres para después dar espacio en menor cabida a los cereales integrales o pseudocereales (pasta, arroz, pan, cuscús o quinoa).

Del resto de grupos de alimentos se incluyen lácteos naturales enteros, huevos, pescados azules y blancos, carnes magras, semillas, frutos secos, aceite de oliva virgen extra, frutas con mayor contenido en grasas como el coco o el aguacate, fundamentalmente.

Si aplicamos la estructura de plato de Harvard o trabajando con proporciones, quedaría la división en 1/3 del plato, ración de verduras; 1/3 del plato: una ración de proteínas como carne (pollo, pavo, ternera magra picada, conejo, cerdo magro), pescado (blanco o azul), huevos y el último, 1/3 del plato: una ración de grasas como aguacate, frutos secos, semillas, aceite de oliva o pescado azul. De beber, agua y de postre, pieza de fruta.

Algunos ejemplos de platos para comidas o cenas llevando esta estructura, serían:

• Tartar de salmón con cebolleta y aguacate, semillas, espárragos, aceite y limón.
• Crema fría de calabacín, puerro y cebolla con un huevo a la plancha y tacos de jamón serrano.
• Tomate, huevo cocido, sardinas, mozzarella, albahaca y pesto.
• Hamburguesa de ternera con ensalada de aguacate, queso feta, nueces, espinacas, aceite de oliva y pimienta negra.
• Pollo asado con guarnición de coles de Bruselas y setas.
• Merluza con limón y pimientos. Ensalada con queso azul.
• Muslitos de pollo con anacardos y ensalada de tomate, pepino y cebolla.
• Ensalada de base verde, ventresca, tomate, pepino, pimiento verde, aceitunas negras y queso.
• Lacón con pimentón y endivias con anchoas y queso.
• Crema de boniato y coco y huevos rellenos de atún.

Quizás estos ejemplos de platos sirvan como referencia para ver que se pueden hacer preparaciones sencillas y sabrosas fomentando esa ingesta de grasas saludables y proteínas en mayor cantidad.