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La electroestimulación: una terapia alejada de los fármacos que mejora la espasticidad

ESCLEROSIS MÚLTIPLE - 14 de enero de 2022

La esclerosis múltiple es una enfermedad del cerebro y de la médula espinal que puede provocar discapacidad. El sistema inmunitario ataca la capa protectora (mielina) que recubre las fibras nerviosas y causa problemas de comunicación entre el cuerpo y el cerebro. Esta enfermedad puede causar el deterioro o daño permanente de los nervios.

En España cada año se diagnostican 1.800 nuevos casos, de los cuales, el 70% corresponden a personas en edades comprendidas entre los 20 y los 40 años, convirtiéndola en una de las enfermedades neurológicas más comunes entre los jóvenes.

Más de 50.000 habitantes españoles padecen esta patología siendo 3 de cada 4, mujeres, las cuales tienden a tener síntomas de forma más precoz y a padecer más brotes que los hombres.

Algunos de los síntomas que presentan estos pacientes pueden ser la fatiga, trastornos visuales, problemas de equilibrio y coordinación, alteraciones de la sensibilidad, trastornos del habla, problemas de la vejiga e intestinales, problemas de sexualidad, trastornos cognitivos y emocionales y la espasticidad.

Esta espasticidad la padecen el 80% de los pacientes con esclerosis múltiple. Se manifiesta como un aumento del tono muscular, entendido este como la cantidad de tensión que se tiene en los músculos. Un tono muscular normal es lo que nos permite mantenernos en pie, mientras que un aumento provocaría que nuestros músculos se pusieran rígidos produciendo espasmos y movimientos involuntarios.

Durante mucho tiempo no se ha recomendado a las personas que tienen esclerosis múltiple la práctica de ejercicio por temor a empeorar el diagnóstico y aumentar la fatiga, pero en la actualidad se ha derrumbado la teoría y se apuesta porque el ejercicio físico sí debe incluirse en los tratamientos para paliar esta enfermedad. Este ejercicio es de utilidad para manejar los diferentes síntomas, prevenir futuras complicaciones e incluso porque tiene capacidades neuroprotectoras. Por el contrario, la falta de él puede ocasionar comorbilidades como la obesidad, osteoporosis e incluso el síndrome metabólico.

Una de las técnicas que se aconsejan para los pacientes es la electroestimulación, es decir, el uso de aparatos que mediante impulsos eléctricos provocan contracciones musculares, y, como consecuencia, un resultado similar al que se obtendría ejercitando los músculos. Así se consigue relajar los músculos espásticos, que están sometidos a tensión o rigidez, y al mismo tiempo activar los músculos débiles. Esta combinación hace que los usuarios puedan disfrutar de una vida diaria más dinámica y menos dolorosa.

La atrofia muscular es otra de las consecuencias de esta patología. Consiste en una pérdida de tamaño del músculo esquelético perdiendo así, la fuerza muscular.

Los músculos atrofiados son susceptibles de ser estimulados para evitar una mayor atrofia y mantenerlos en condiciones óptimas. Gracias a la estimulación eléctrica, se pretende mantener el tono y evitar, aunque sea solo parcialmente, el progresivo deterioro de la función muscular.

Por tanto, el hecho de obtener una contracción muscular visible cuando el paciente carece de la capacidad voluntaria para realizarla supone un cuidado de la musculatura y un aumento de la circulación venosa y arterial. Estos beneficios tienen unos efectos psicológicos notables sobre el paciente, ya que puede ver cómo los músculos están operativos.

La combinación de la fisioterapia con los avances médicos y la electroestimulación garantizan una mejora de la calidad de vida de los pacientes.

 

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