DIABETES - 16 de mayo de 2025
El estrés crónico se ha consolidado como un factor relevante en el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), una enfermedad en la que el cuerpo no utiliza adecuadamente la insulina, la hormona que ayuda a regular el azúcar en sangre. Cuando el estrés es constante o prolongado, el organismo produce grandes cantidades de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que aumentan los niveles de glucosa en sangre y alteran el metabolismo¹. Estas reacciones, mantenidas en el tiempo, pueden facilitar la acumulación de grasa en el abdomen, dificultar el uso correcto de la insulina y favorecer el desarrollo de la diabetes tipo 2.
Diversas investigaciones han demostrado que el estrés puede interrumpir el equilibrio interno del cuerpo, conocido como homeostasis, es decir, su capacidad para mantener condiciones estables como el nivel de azúcar en sangre². Además de los efectos físicos, el estrés afecta los hábitos de vida: muchas personas comen en exceso, consumen más tabaco o alcohol, y hacen menos ejercicio cuando están estresadas³, ⁴. Estas conductas aumentan el riesgo de obesidad abdominal, un factor muy relacionado con la aparición de diabetes.
También se ha observado que las personas con más estrés tienen más dificultades para llevar un estilo de vida saludable, lo cual empeora el control de su glucosa. Esto es más común en jóvenes, personas con bajos ingresos o grupos sociales que enfrentan barreras para acceder a atención médica adecuada².
En un estudio realizado en el sur de la India, se encontró que casi la mitad de las personas con diabetes tipo 2 experimentaban altos niveles de estrés, en comparación con solo el 13 % entre quienes tenían niveles normales de glucosa⁴. Además, otros trabajos han mostrado que enfrentar varios eventos difíciles en la vida (como perder el trabajo o tener problemas familiares) también aumenta el riesgo de desarrollar diabetes. Uno de estos trabajos fue un estudio de cohorte, un tipo de investigación donde se sigue a un grupo grande de personas a lo largo del tiempo para observar cómo ciertos factores (como el estrés) afectan el desarrollo de enfermedades⁵.
El estrés también influye en lo que comemos. Estudios indican que las personas estresadas tienden a comer menos frutas y verduras, y más alimentos refinados como harinas y cereales industriales, lo cual aumenta el riesgo de diabetes⁶. Por otro lado, manejar la propia enfermedad puede convertirse en una fuente adicional de estrés, generando un ciclo en el que el estrés empeora la diabetes y la diabetes causa más estrés⁷.
Sin embargo, también se ha demostrado que tener una buena capacidad para afrontar los problemas (lo que se llama resiliencia psicológica) reduce el riesgo de desarrollar diabetes. Las personas que manejan mejor el estrés suelen tener menos problemas de azúcar en la sangre con el tiempo. Además, técnicas como la meditación, la actividad física regular y el acompañamiento psicológico pueden ayudar a controlar el estrés y mejorar los niveles de glucosa².
En resumen, el estrés prolongado es un factor importante que puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Entender esta relación permite desarrollar mejores estrategias de prevención y tratamiento. Por ese motivo, incluir herramientas para manejar el estrés en programas de salud y atención médica puede ser una forma eficaz de reducir el impacto de la diabetes en la población.
Referencias
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