VIDA SALUDABLE - 16 de mayo de 2025
Autocuidado”, una palabra antes ajena a muchos oídos y que ahora forma parte del vocabulario cotidiano de redes sociales, charlas entre amigos y dinámicas de equipo de trabajo.
Pero ¿qué significa exactamente esto del autocuidado?
Cuando hablamos de autocuidado nos referimos al conjunto de acciones y hábitos dirigidos a cuidar de nuestro bienestar y hacernos cargo de nuestra salud tanto a un nivel físico como emocional.
El autocuidado puede incluir desde hábitos simples y cotidianos como los horarios de sueño o la higiene personal hasta acciones más complejas como los límites en los horarios de trabajo o la vida social que mantenemos.
Dado que el autocuidado tiene que ver con las acciones destinadas a cuidar de uno/a mismo/a, este concepto puede adoptar una forma diferente en cada persona, es decir, lo que es o no es autocuidado varía según la persona y sus rasgos así como su contexto específico.
Pongamos un ejemplo: Imaginemos a Carmen una mujer de ritmo frenético, de horarios imposibles y con una amplísima vida social a la que es difícil llegar. Para Carmen, tal vez, autocuidado tenga que ver con saber priorizar, aprender a decir que no a ciertos compromisos y poder dar espacio a algún momento de retiro y descanso.
Ahora imaginemos a Sonia, una mujer con una vida social más escasa, y con una rutina más apagada. En este caso, darse el permiso de poder ir a un plan social y salir de casa puede ser perfectamente autocuidado.
Como vemos, dentro del sentido común de lo que es sano o no para el ser humano, cuidarnos puede tener muchas formas según la persona y las circunstancias.
Autocuidado NO es absoluta independencia
Autocuidado NO es egoísmo
El autocuidado NO es auto exigencia
Puedo ser autosuficiente y cuidar de mí mismo si se reconocer dónde tengo mis límites y cuándo es momento de pedir ayuda. Autocuidado NO es hacerlo todo por uno mismo sin contar con nadie, sino todo lo contrario: saber qué necesidades tengo y ser responsable sobre cuándo es hora de pedir ayuda.
En ocasiones disfrazamos de autocuidado lo que es simplemente acciones que van en pro a nuestros intereses y que pasan por alto las necesidades de los demás. Hay que tener cuidado con que el autocuidado no sirva como carta blanca para poder hacer lo que queremos sin hacernos cargo de las consecuencias que esto pueda traer para nosotros y para los demás.
Por ejemplo, si me he comprometido con un amigo a llevarle al trabajo porque no tiene coche y decido que esa semana necesito dormir más y romper mi acuerdo, es lícito, pero disfrazarlo de autocuidado no quitará la responsabilidad ni consecuencias de nuestros actos.
La sociedad ha desarrollado en los últimos años la gran habilidad de convertir todos los descubrimientos que hemos hecho sobre qué es bueno en salud en una exigencia y un “debería” oficial.
Así, si ahora sabemos que es positivo dormir las horas suficientes, evitar los ultra procesados, hacer ejercicio de fuerza, el ayuno intermitente, poner nombre a nuestras emociones y un largo etcétera, todo esto no servirá de nada si nos lo tomamos como una tarea más que realizar al día como si de una gran exigencia se tratase. Cuando el autocuidado se convierte en deber, simple y llanamente deja de ser autocuidado. Es importante que todas las acciones que queramos llevar a cabo en pro a nuestra salud tengan un componente de flexibilidad y compasión siendo adaptables según las circunstancias del momento.
Redactado por: Ana Gutiérrez Frutos. N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria