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El cigarrillo como identidad "Yo soy fumador"

SALUD PULMONAR - 14 de noviembre de 2025

Uno de los grandes obstáculos que encontramos al pensar en abandonar la compleja dependencia del tabaco es cómo éste llega a integrarse como algo propio de nuestra personalidad.

Cuando iniciamos el hábito de fumar, y en especial cuando lleva años con nosotros/as, penetra en nuestra vida y deja de ser un simple comportamiento: pasa a formar parte de las rutinas diarias, de las costumbres, de la manera en la que nos relacionamos con los demás. Poco a poco, pasa a adquirir un carácter identitario, algo que nos define y con lo que nos identificamos.

Pongamos el siguiente ejemplo e imaginemos a una persona que está en una cena con varios de sus amigos. En un determinado momento, su grupo, el grupo de “los fumadores” se levanta de la mesa y sale a fumar. Ahí sucede algo muy relevante que va más allá de si a esta persona le apetece o no encenderse un cigarro. En ese instante, se siente parte de ese grupo y, por ende, se levantará a fumar.

O pensemos en otra escena: una pareja que, agotados después de una jornada de trabajo y con los niños ya cenados y acostados, comparte un momento de complicidad actualizándose del día a día. El cigarro en esa situación acompaña la escena, es testigo de esa conversación y pasa a formar parte, casi sin darnos cuenta, del lenguaje y cultura de la pareja. Se confunde entonces el placer de una buena conversación con el placer del cigarrillo.

Lo complicado de “dejar de fumar” no es abandonar el cigarrillo en sí, sino imaginarnos fuera de todos esos momentos tal y como los conocemos.

Con el tiempo, además, el tabaco deja de percibirse como una acción puntual (“fumarse un cigarrillo”), sino que pasa a integrarse en la identidad (“yo soy fumador/a”). Casi como si uno dijera “yo soy hombre, soy moreno o soy alto”.  Así, la persona puede llegar a presentarse como “Soy Miguel y soy fumador” como si fumar formara parte de quién es y se asociase a ciertos rasgos de su personalidad.

Durante años, la industria tabacalera se ha encargado de reforzar esta idea, mostrando que fumar va mucho más allá de un hábito que puede abandonarse. Lo ha asociado a actitudes, deseos y aspiraciones, hasta convertirlo en un rasgo más de nuestra identidad. Durante décadas, el cigarrillo ha cultivado una fama vinculada al atractivo, la independencia, el éxito, la diversión, la relajación o la desconexión… ¿nos resulta familiar verdad?

Te planteamos algunas preguntas:

  • ¿Qué dirías que dice de ti el hecho de ser fumador/a?

  • ¿A qué rasgos o atributos personales asocias el fumar?

  • ¿De dónde provienen esas asociaciones? ¿Cuáles han sido tus influencias?

  • ¿De qué otras formas, aparte del tabaco, expresas esas mismas cualidades?

La clave está en diferenciar el tabaco como algo QUE HAGO vs. algo QUE SOY. Es decir, verlo como una acción que realizo y que, por tanto, puedo decidir dejar de hacer en cualquier momento.

Siguiendo el ejemplo anterior, la pareja puede seguir encontrando ese momento de complicidad de otras muchas formas distintas: dando un paseo, en el sofá con una vela aromática, en una terraza acogedora… lo que hace especial la escena son ellos, no el cigarro.

Verlo de esta manera es esencial para restar “dramatismo” a la decisión de dejar de fumar. De lo contrario, cuanto más estrictos seamos con la propuesta “este es mi último cigarrillo”, más prohibición experimentaremos, más ansiedad y más probabilidad de recaída.

El tabaquismo, por tanto, es una adicción con más complejidad de la que puede parecer a simple vista. Y tú, ¿te habías planteado qué papel jugaba el tabaco en tu identidad?

Redactado por:

Ana Gutiérrez Frutos

N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria

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