VIDA SALUDABLE - 14 de noviembre de 2019
El glaucoma es una enfermedad que afecta al nervio óptico, provoca una consiguiente disminución del campo visual y puede llegar a causar la pérdida completa de la visión en pacientes no tratados. Esta patología se ha convertido ya de hecho en la segunda causa de ceguera en el mundo. Las estimaciones de prevalencia apuntan que cerca de un millón de españoles sufren glaucoma, sin embargo, la mitad de ellos no lo saben. La enfermedad apenas produce síntomas en su primera etapa por lo que muchos afectados no son conscientes del problema hasta que ya es demasiado tarde. Por eso es tan importante someterse a revisiones oftalmológicas anuales a partir de los 45 años que consigan detectar la enfermedad a tiempo y detener su progresión.
No se sabe con certeza qué produce el glaucoma, pero sí se conocen algunos factores de riesgo. El común denominador es la alta presión ocular, pero hay más:
El incremento de la presión ocular apenas produce síntomas en estadios iniciales. Esta falta de sintomatología es precisamente uno de los problemas de la enfermedad. El diagnóstico puede llegar demasiado tarde. Existen, eso sí, algunas señales de alerta. Disminución del campo visual periférico, dolores de cabeza, problemas de adaptación a la oscuridad o la llamada visión túnel, que dificulta ver objetos a ambos lados cuando se mira al frente. Prevenir la enfermedad es sencillo. Una revisión anual a partir de los 45 años es suficiente para detectar la patología en fases muy tempranas y frenar así su evolución.
El procedimiento más habitual para detectar el glaucoma es la tonometría, una prueba totalmente indolora que se realiza en apenas unos minutos y que mide la presión intraocular. Si la tonometría confirma altos niveles de presión ocular, es necesario realizar dos pruebas más para confirmar el diagnóstico: la perimetría o examen del campo visual y la oftalmoscopia u observación del nervio óptico en el fondo de ojo.
No todos los glaucomas son iguales. El llamado glaucoma primario de ángulo abierto, el más común, supone el 90% del total de casos y suele aparecer en personas que han superado los 55 años, también en diabéticos y grandes miopes. La medicación tópica y cirugía láser suelen dar buenos resultados en estos casos.
El glaucoma de ángulo cerrado, también conocido como agudo, es mucho menos frecuente y da lugar a una sintomatología más específica como dolor ocular, cefaleas, visión borrosa, náuseas y vómitos. También la cirugía láser y, en ocasiones medicamentos de uso tópico, suelen ser eficaces.
Es importante detectar el glaucoma a tiempo porque el daño causado en el nervio óptico no podrá recuperarse. Así, la visión que se haya perdido, se habrá perdido definitivamente. Lo que sí es posible es frenar la evolución de la enfermedad. Por eso, a partir de los 45 años, no dudes en someterte a revisiones periódicas de la vista. Detener el glaucoma es posible.
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