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Los riesgos del “pensamiento positivo"

VIDA SALUDABLE - 21 de marzo de 2025

Ansiedad”, “regulación emocional”, “límites”, “autoestima”, “asertividad”, “apego”…

Gracias a la extensísima divulgación de los últimos años en lo que a psicología se refiere, es probable que todas estas palabras las hayamos escuchado alguna vez y ya no nos suenen extrañas.

La psicología ha tenido un desarrollo enorme, temas como las finanzas, el arte, el marketing o la medicina cada día incorporan y aplican los conocimientos que aporta la psicología en la práctica diaria de su disciplina.

Esta incorporación de las diferentes teóricas psicológicas en el conocimiento y cultura popular tiene grandes beneficios y ventajas prácticas para nuestra sociedad. Pero también, conlleva ciertos riesgos.

En el artículo de hoy, queremos hablar del “pensamiento positivo” como uno de los derivados de esta súper divulgación y cómo este concepto es frecuentemente malinterpretado.

Lemas y frases como “sonríe que la vida son dos días”, “si quieres puedes”, “todo se consigue con esfuerzo”, “no es feliz el que puede sino el que quiere” se encuentran a diario plasmadas en libros de autoayuda, libretas y tazas de sobremesa.

Este tipo de frases inciden en una categorización de las emociones como negativas o positivas, resaltando el papel del disfrute y la felicidad sobre otra serie de emociones y empujando implícitamente a que lo “correcto o adecuado” es estar feliz. Además, asumen que la persona tiene el control sobre su bienestar. Podríamos pensar, ¿y qué hay de malo en esto?

Lo “controvertido” de este tema es que hacemos un muy mal uso del término “positivo”, convirtiendo lo que serían palabras de ánimo en un claro ejemplo de invalidación.  Pongamos un ejemplo:

Pensemos en una persona que acaba de sufrir una mala noticia, sea la que sea, un diagnóstico médico, una situación económica complicada o la pérdida de un ser querido. Está serie de intentos de “hacer sentir mejor” en el momento erróneo puede ser una invalidación a un proceso de duelo absolutamente normal, en cuyas etapas es natural sentir, ira, tristeza, culpa y desesperación. Situaciones de las que además la persona no tiene ningún tipo de control.

En un adecuado proceso de regulación emocional, las emociones deben ser escuchadas, atendidas e identificadas para aprender la enseñanza que llevan detrás. Cada una de ellas tiene una función y son necesarias.

Por ello, apoyarse en el pensamiento positivo en este tipo de situaciones solo podría acrecentar el sentimiento de culpa de aquellas personas que no tienen suficiente con vivir su duelo sino que además se culpabilizarían por no poder vivirlo con más “alegría”.

Por supuesto, el pensamiento positivo tiene su aplicabilidad cuando hablamos de lo que en psicología se llama reestructuración cognitiva. Es decir, cambiar un patrón de pensamiento disfuncional por otro más sano. O lo que en cultura popular llamaríamos ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío.

El pensamiento positivo tiene la particularidad de ser muy atrayente, y por tanto impacta en la sociedad rápidamente. Se presenta como una solución fácil a problemas complejos, en donde el truco está en cambiar tu forma de pensamiento.

Tan importante es buscar nuestra parte de responsabilidad en cómo nos sentimos (la actitud que tomamos frente a la vida, las decisiones y caminos que elegimos y hacernos cargo demuestro comportamiento) como saber reconocer nuestros límites y cuando lo que nos sucede 1. Escapa a nuestra capacidad de control y 2. Inevitablemente viene acompañados de sensaciones desagradables.

Redactado por:

Ana Gutiérrez Frutos

N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria

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