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La leche sin lactosa ¿Buena o mala?

VIDA SALUDABLE - 15 de mayo de 2020

En los últimos años se ha puesto muy de moda tomar diferentes tipos de leche en lugar de la leche de vaca habitual. La leche sin lactosa ha cobrado cierto protagonismo frente a otras leches, como pueden ser la leche de almendra, la leche de arroz o la leche de soja. Todos hemos oído alguna vez decir a alguien que desde que toma sin lactosa le sienta mejor la leche, pero ¿sabemos realmente la verdad que esconde esta afirmación?

Está claro que si somos intolerantes a la lactosa el especialista nos recomendará, después de haberlo comprobado mediante las pruebas oportunas, reducir o incluso dejar de tomar lácteos o sustituirlos por la variedad carente de lactosa.

Pero son muchas personas las que consumen este tipo de alimentos sin ser intolerantes. Estas personas creen o han comprobado que les sienta mejor. Pero lo cierto es que los expertos en nutrición aseguran que tomar leche sin lactosa sin ser intolerante puede llegar a ser contraproducente.

Para poder entender bien el por qué os voy a explicar la diferencia entre la leche normal y la leche sin lactosa. Las personas tolerantes a la lactosa generan lactasa de forma natural. Esta enzima, presente en el organismo, descompone la lactosa en glucosa y galactosa, para que los lácteos puedan ser absorbidos por el intestino delgado y asimilados correctamente. En cambio, las personas intolerantes a la lactosa, no generan esta enzima y por tanto, la lactosa no se descompone y pasa al intestino grueso directamente generando hinchazón, gases, malestar, diarrea...

Los fabricantes de productos sin lactosa añaden lactasa a estos para descomponer lactosa de forma artificial, consiguiendo así su correcta digestión. Dicho esto, puede que consumir alimentos sin lactosa sin ser intolerante suene inofensivo. Sin embargo, los expertos no lo recomiendan ya que el organismo se acostumbra a no tener que generar lactasa, ya que no hay nada que descomponer y por tanto, con el tiempo, el cuerpo se vuelve intolerante a la lactosa.

En mi caso, la leche nunca me ha sentado demasiado bien y solía tomarla varias veces al día con café, cola cao, un vaso antes de dormir... Pero un día decidí reducir su consumo y tengo que reconocer que me siento mucho mejor. Ahora solo tomo algo de leche con el café de las mañanas y si me tomo algún café en el trabajo, elijo la leche de soja, porque la verdad es que me sienta bien y me encanta su sabor. El resto del día, no vuelvo a tomar leche de ningún tipo. En cambio, si mi cuerpo me pide una bebida caliente, suelo recurrir a tés de todo tipo. Con ellos consigo “quitarme el mono” de una taza caliente, a la vez que disfruto de sus beneficios.

En cuestión de alimentación a veces las modas no son tan buenas como parecen y lo que creemos que es bueno para nuestra salud, en el fondo nos está perjudicando.

Redactado por:

Cristina Lucerón

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