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¿Sabías que tus hábitos se heredan?

VIDA SALUDABLE - 3 de diciembre de 2020

Hasta el momento creíamos que la manera en la que vivimos nuestra vida, o más concretamente, los hábitos diarios nos afectaban únicamente a nosotros mismos, o en todo caso, a las personas cercanas a las que pudiésemos de algún modo “pegar” alguno de nuestros hábitos o prácticas.

Sin embargo, de unos años hasta ahora, la evidencia científica se multiplica hacia una misma dirección, la de afirmar que nuestro estilo de vida sí tiene una clara repercusión en las generaciones posteriores y (he aquí el dato impactante), incluso antes de que hayan nacido.

Probablemente, todos/as estaríamos de acuerdo en reafirmar que los hábitos que se mantienen y repiten en el hogar día tras día, suelen influir a los pequeños de la familia y tienden a ser adoptados por la siguiente generación. Hablamos, por ejemplo, del caso de una familia que tiene malos hábitos de alimentación y cuya descendencia tenderá a aprender y a repetir por modelado. Pero, ¿podrían estos malos hábitos tener consecuencias en sus hijos o nietos aun cuando estos no han estado expuestos a ellos? ¿Los hábitos que tenemos a lo largo de nuestra vida, afectan de forma directa a nuestra futura descendencia?

En 1864, próximo al final Guerra Civil de Estados Unidos, los campamentos de prisioneros de guerra vivían su peor momento y los soldados presos sufrieron una traumática experiencia que les marcó con graves secuelas de salud. Cabía esperar que las experiencias vividas repercutiesen en la salud de los soldados, sin embargo, los resultados sorprendieron al revelar que los problemas de salud se extendieron a los hijos y nietos de estos prisioneros, aun cuando ellos habían vivido una infancia completamente normal y sana.

El fenómeno que permite explicar este hecho recibe el nombre de epigenética. Un proceso en el que los factores ambientales (el estilo de vida, la alimentación, el estrés, las experiencias, etc.) afectan no solamente a la persona que lo vive, sino también a toda su descendencia, a través de un cambio en la expresión de los genes (ADN) que se transmite de generación en generación.

Por ejemplo, existe una amplia evidencia que indica que los malos hábitos de alimentación y el tabaquismo no sólo afectan a la persona que los lleva a cabo sino que “encienden o apagan” ciertos genes que favorecen la obesidad y dificultan la longevidad en generaciones futuras.

Aunque quedan muchas claves por descifrar, los hallazgos revelan unas implicaciones enormes a todos niveles ya que supondrían que las experiencias vividas de una persona tienen un impacto directo en su árbol genealógico. Desde una perspectiva preventiva, llevar una vida saludable ahora cobraría un sentido incluso mayor ya que estaríamos invirtiendo no solamente en nuestro autocuidado sino también en la salud de nuestros futuros hijos e hijas, aportando aún más valor a la importancia de priorizar nuestra salud.

Redactado por:

Ana Gutiérrez Frutos

N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria

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