VIDA SALUDABLE - 10 de abril de 2020
En las últimas semanas, estamos viviendo un cambio radical en nuestro estilo de vida. A medida que se prolonga el periodo de confinamiento, cada vez es más frecuente que surjan emociones como la apatía, tristeza o irritabilidad.
Durante estas semanas, muchos/as de nosotros/as hemos podido experimentar cambios en el estado de ánimo que oscilan desde la melancolía hasta la rabia; anhedonia o desinterés por aquello que antes sí nos motivaba; dificultad para concentrarnos; o incluso, llegar a sentirnos agotados/as aun llevando una rutina mucho más pausada de lo habitual.
La cuarentena también ha proporcionado un contexto excepcional para el desarrollo de numerosos estudios que buscan conocer cómo reacciona el ser humano ante unas circunstancias de aislamiento global sin precedentes.
En este sentido, un reciente estudio de la Sociedad China de Psicología muestra que, tras 15 días de cuarentena en Wuhan, un 42,6% de 18.000 ciudadanos encuestados mostraba síntomas de ansiedad y un 16,6% de 14.000 personas examinadas indicaba algún indicio de sintomatología depresiva. Un primer análisis de apertura con el que comienza a vislumbrarse algunas de las “consecuencias” psicológicas de los largos periodos de aislamiento que estamos experimentando.
Muchas de las actividades que realizamos diariamente funcionan como reguladores y canalizan nuestras emociones. Frecuentemente, las personas con depresión por determinadas circunstancias han visto reducido su abanico de actividades en las que emocionalmente se asentaban (contacto social, realización de ejercicio, determinado trabajo o labor, etc.).
Se originan así sensaciones de apatía, desidia y tristeza que pronto favorecerán la aparición de un círculo vicioso en el que el cuerpo se habitúa a una menor actividad y cada vez se siente más cansado y embotado como para cambiar de dinámica y buscar nuevas rutinas que le saquen de ese estado.
En estos momentos de aislamiento, tenemos un ejemplo a gran escala de este hecho, ya que la mayoría de nosotros/as hemos visto radicalmente reducida nuestra actividad, por lo que es esperable que pudieran aparecer o intensificarse emociones muy similares a las descritas en mayor o menor medida según la persona y sus escenarios previos.
No obstante, el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación y un férreo sentido de la supervivencia. De ahí, que a medida que se prolongan las medidas de confinamiento, surjan nuevas e ingeniosas formas de buscar estimulación que rompan con la monotonía del día a día: retos virales en redes sociales, canciones, rutinas de ejercicio físico, los ya habituales y compartidos aplausos a las 20:00 o, incluso, se refleja en la alimentación, según revela el súbito aumento en la compra de cerveza, aceitunas, patatas y chocolate experimentado en España en los últimos días.
En definitiva, la manifestación de cómo el ser humano es capaz de adaptarse al cambio y buscar nuevas actividades o rutinas que nos regulen emocionalmente y sustituyan el hacer diario durante este periodo.
¿Y tú, identificas que hayas iniciado o adaptado nuevas formas de estimularte emocionalmente?
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria