VIDA SALUDABLE - 7 de enero de 2022
Seguro que en los últimos años has oído hablar del mindfulness y te has preguntado qué era eso. Sus beneficios y lo fácil que resulta su práctica, si sabes cómo hacerla, hacen que merezca la pena que aprendas a introducir esta técnica milenaria en tu rutina.
Lo primero que debéis saber es que el mindfulness se creó para mejorar la vida de las personas utilizando recursos que ya tenemos. Se trata de una pauta mental para descubrir una nueva forma de ver la vida. Con esta práctica serás más consciente de tu día a día, tanto de lo bueno como de lo malo, disfrutando así de lo que debas disfrutar y sabiendo afrontar mejor los obstáculos que encuentres en tu camino.
Parece algo bastante sencillo parar para escucharnos a nosotros mismos y así entender qué necesitamos y qué nos sobra en nuestro día a día, sin embargo, aunque parezca tan fácil, rara vez lo hacemos ya que el ritmo frenético de nuestra sociedad y las rutinas impuestas, no nos dejan tiempo para esto.
Si sabes llevar a cabo esta práctica correctamente descubrirás cómo ser dueño de tus emociones, controlarlas y liberarte de aquello que no te deja avanzar. Además, mejorarás tu capacidad de concentración y tu memoria, dormirás mejor, tu corazón estará más sano, ayudarás al buen funcionamiento de tu sistema digestivo, reducirás la ansiedad y tendrás una sensación de calma y felicidad. En definitiva, darás los primeros pasos hacia una vida plena de felicidad y autoconocimiento.
Si aún así todo esto te suena muy abstracto y no sabemos por dónde empezar, te contamos las claves para empezar a ponerlo en práctica.
Lo primero que debes hacer es elegir un sitio relajado, alejado de ruido y dónde te sientas en calma. Por supuesto que, para poder sentirte cómodo, debes llevar ropa holgada que te haga sentir bien y no te oprima.
Colócate sentado o tumbado en el suelo, para conectar con la tierra, puedes hacer uso de una esterilla, una alfombra o cualquier elemento que te haga sentir bien, procura tener la espalda recta, para poder respirar correctamente.
A continuación, céntrate en tu respiración, siente cómo el aire entra por tus fosas nasales recorre las vías respiratorias y llega hasta tus pulmones, nutre de oxígeno todo tu cuerpo y después, vuelve a salir de nuevo por la nariz. Es muy importante que visualices el recorrido del oxígeno al interior de tu cuerpo y que lo veas como una limpieza de aire puro que entra para llevarse todo lo malo cuando sale.
Deja que entren todos tus pensamientos, tanto buenos como malos, sin juzgarlos, mirándolos desde arriba, como si tú no fueras tú. Intenta ser objetivo para valorarlos fríamente y ser consciente de si realmente te atormentan o no. A continuación, exhala y deja que vuelvan a salir. De esta forma sabrás que eres tu quién puede controlar lo que dejas que entre o salga de tu mente. Los problemas no van a desaparecer, pero podemos elegir cómo y cuándo afrontarlos y compensarlos valorando mucho más lo bueno que tenemos en nuestra vida.
Poco a poco irás mejorando la técnica de relajación y respiración y aunque al principio es normal que te distraigas y pierdas el foco en la respiración, con el paso del tiempo lo harás sin pensar, de forma totalmente involuntaria.
Este ejemplo de práctica que te hemos mostrado tan solo es eso, un ejemplo, ya que para conseguir la consciencia plena o mindfulness existen muchas prácticas, no solo la meditación, sino también el yoga o la respiración consciente entre otros.
Redactado por:
Cristina Lucerón