Todos y cada uno de nosotros necesitamos sentirnos comprendidos y aceptados por nuestro entorno. Sentirse parte de un grupo que nos valora es una de las necesidades más básicas para el ser humano y, cómo no, esto resulta esencial durante la etapa infantil.
En el caso de los menores con TDAH, las características comportamentales propias de este trastorno del neurodesarrollo los convierten en un blanco fácil de burlas y aislamiento social que tiende a dificultar su integración en el grupo o la creación de vínculos sociales duraderos. Así, enseñar a un menor con TDAH cómo mejorar en sus habilidades sociales resulta esencial de cara a mejorar su integración en el grupo y, por ende, favorecer un desarrollo sano a nivel emocional y social.
Si bien estas circunstancias acontecen en todos los ámbitos personales del menor, ya sea en casa o con amigos, la escuela es el lugar clave, siendo el principal punto de encuentro en el que el pequeño/a pone en práctica todas sus competencias sociales.
Debido a las características cognitivas, emocionales y comportamentales propias del TDAH, es frecuente encontrar ciertas conductas que entren en conflicto con los códigos de conducta del resto de iguales. Hiperactividad, dificultades para esperar el turno, impulsividad, olvidarse de las reglas del juego, desatender en las instrucciones… son acciones habituales que con frecuencia causan rechazo por parte del resto de compañeros (quienes además carecen del marco explicativo y de la madurez emocional para comprender el comportamiento del niño/a con TDAH).
¿Cómo educar en habilidades sociales?
- El entorno familiar como lugar de aprendizaje.
Que la familia realice las conductas que quieren inculcar a sus hijos/as es vital para que éstos las adopten. La observación del comportamiento de los adultos es el principal método de aprendizaje, los niños inevitablemente tienden a imitar a sus padres y toman su comportamiento como ejemplo a seguir, así pues, es fundamental aprovechar cada escena cotidiana para mostrarle cómo debería actuar en según qué situaciones (por ejemplo, pedir permiso, pedir perdón, dar las gracias, etc.).
- Explicitarle qué comportamiento se espera de él según la situación.
Es importante ponérselo fácil, es decir, no esperar a que el pequeño interprete o adivine cómo debe comportarse en determinados contextos. Si podemos explicarle los comportamientos que se espera de él en determinadas situaciones antes de que acontezcan, hará que el menor pueda prepararse y gane confianza y control sobre sus acciones. Es esencial que estas expectativas sobre su comportamiento sean realistas (por ejemplo, no podemos pedirle que esté quieto durante 2 horas).
- Favorecer la práctica de las habilidades sociales.
Favorecer las actividades en grupo o con otros niños mejorará sus competencias sociales, por ejemplo con juegos en el parque o deportes en equipo. Al fin y al cabo, las habilidades sociales son adquiridas sobre el terreno, por lo que estos contextos le ayudarán a poner en práctica lo aprendido y él mismo comprobará cómo consigue una reacción positiva por parte del grupo u otros compañeros.
- Trabajar en la empatía.
Enseñarle los mecanismos de reflexión y empatía, es decir, cuando atendamos a un conflicto personal entre dos menores, debemos mostrarle cómo ser comprensivo y empático. Hacer que se ponga en la situación de su amigo/a le ayudará a medir las consecuencias de sus actos.
- Evitar la categorización de sus comportamientos de forma negativa.
Es muy común que las conductas TDAH sean tomadas como actos de desobediencia y así las respuestas paternas lleguen desde el castigo o la exclusión. Entender a un niño con TDAH y no fomentar una visión negativa hacia sí mismo es vital para su aceptación y aprendizaje.
- Los demás también tienen que adaptarse.
Del mismo modo, debemos educar también en la escuela al resto de sus compañeros, formar a la clase para que tenga comportamientos inclusivos, pacientes y acogedores con sus compañeros con TDAH mejorará notablemente el ambiente en el aula. En definitiva, escuela, padres y sanitarios reforzarán el entorno del menor y evitarán los sentimientos de exclusión y soledad.