VIDA SALUDABLE - 16 de mayo de 2024
Cuántas veces habremos recurrido a la alimentación para calmar, aliviar o gestionar nuestras emociones. Desde las emociones desagradables como el enfado con los carbohidratos, el aburrimiento o la tristeza con un helado a las emociones agradables como la alegría o celebración con unas cervezas o una tarta de cumpleaños.
La comida tiene funciones más allá de las necesidades fisiológicas y nuestras ganas de comer son causadas por múltiples factores como contextuales, de religión, mecanismos de hambre y saciedad, emocionales, bucales, olfativos, mentales, celulares… Se dice que hay hasta 7 tipos de hambre que se entremezclan buscando llamadas que nos lleven a optar por diferentes tomas o alimentos.
En los mecanismos de hambre y saciedad física y emocional están implicadas diferentes hormonas y neurotransmisores, entre los que encontramos:
Ghrelina o conocida como la hormona del hambre. Trabaja desde el estómago mandando mensajes al cerebro de que necesita alimento.
Leptina u hormona de la saciedad. Se encuentra en el tejido graso, un órgano endocrino muy activo que no funciona únicamente como almacén tal como se sigue creyendo. Esta hormona le indica al cerebro cuando estamos saciados enviando un mensaje a los 20-30mins desde que empezamos a comer.
Insulina. Desde el páncreas se segrega esta hormona que nos mantiene los niveles de glucosa en sangre estables. Trabaja en equipo con el glucagón.
Hormonas intestinales. Explicado de forma sencilla, valoran los nutrientes que se están necesitando para enviar también avisos al cerebro, el director de orquesta de nuestro organismo.
Cuando tenemos ansiedad, buscamos la mayoría de las veces azúcar o alimentos ricos en carbohidratos refinados. Esto es debido, en parte, a que generan pico de insulina, elevando a su vez la serotonina y provocando placer o calma. Al igual de rápido se produce esa subida, como ocurre la bajada porque el páncreas avisa al cerebro de que tenemos elevados esos niveles que son dañinos y necesitamos regularlos.
Por ello, para regular estos mecanismos hormonales, conviene llevar a cabo una serie de indicaciones que no conllevan eliminar esos alimentos ya que nos generaría más ansiedad aun no gestionando bien el problema.
Tomar esos alimentos ultrapalatables (con mucho sabor) con otros. Por ejemplo, fruta + frutos secos + chocolate con leche o blanco.
Comerlos con placer y disfrute, sin culpa. De esta forma conseguimos elevar las hormonas como la serotonina y dopamina frente al cortisol en el caso de la culpa generando una cascada diferente de consecuencias metabólicas e inflamatorias.
Tomarlo despacio y masticando para que esa ghrelina, insulina y hormonas intestinales puedan regularse mejor, generar una digestión más positiva y optimizar de forma nutritiva lo que nuestro cuerpo hace con ello.
Los mecanismos que relacionan la ansiedad con la alimentación son complejos. Van implicados en ellos las tradiciones, nuestras creencias mentales, la educación nutricional, la relación con la comida o tener otras herramientas de gestión emocional. Conocer de forma individual cómo lo hacemos cada uno de nosotros es fundamental para aprender a entender esa relación con la comida y mejorarla.
Redactado por:
Mireia Elías Fernández
Dietista-Nutricionista Col.MAD00190 y fundadora de Alimentación 3S.