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TDAH y TEA: aprende a diferenciarlos

DÉFICIT DE ATENCIÓN - 2 de octubre de 2020

Cada vez es más frecuente y natural oír hablar de autismo (TEA) y de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), dos trastornos que se suelen asociar con la infancia, porque es cuando se manifiestan por primera vez, aunque, sobre todo, en el caso del primero de ellos, afecta también a la población adulta.

Es posible que este mayor conocimiento por parte de la sociedad y concienciación se deba a una mayor precisión en los procedimientos e instrumentos de diagnóstico, y a otras acciones como la mejora en el conocimiento y la formación de los profesionales o que, realmente, se haya producido un aumento de la incidencia de este tipo de trastornos.

Entre TDAH y TEA, se pueden encontrar una serie de aspectos y comportamientos sintomáticos comunes como la impulsividad, alteraciones en las funciones ejecutivas, problemas de atención, hiperactividad o dificultades para interpretar los sentimientos de los demás. Sin embargo, están tipificados y clasificados como dos trastornos diferentes.

 

Los estudios realizados en los que se comparaban niños y niñas con TDAH, con TEA y personas con normodesarrollo reflejan que, en ambos trastornos, se manifiestan deficiencias en el rendimiento y desempeño social, aunque con rasgos diferentes.

Por un lado, las personas con trastorno en el espectro autista no saben cómo socializarse, por lo general, no conocen adecuadamente cuál es el comportamiento correcto cuando están con otras personas, les resulta complicado entender los códigos sociales, así como advertir los pensamientos de las personas con las que se relacionan, por ello, les es difícil ser empáticos.

En comparación con las personas con autismo, quienes padecen TDAH tienden a tener más amigos, no tienen unos patrones de conducta con intereses y pausas repetitivas y restringidas, además de que es más probable que sean ellos quienes inicien una conversación. Sin embargo, también presentan déficits en los comportamientos sociales, son más propensos a mostrarse hostiles y tienden a ser mandones y a presumir, lo que hace que puedan dejar una primera impresión negativa o que terminen perdiendo amistades.

 

Aunque todos los casos son diferentes, puesto que estos trastornos se desarrollan de forma distinta en cada persona, tanto el trastorno del espectro autista, como el de déficit de atención e hiperactividad, se pueden clasificar en diferentes tipos en función de cuándo se presentan y los síntomas. En el primero de ellos, se diferencian cinco grandes tipos:

  • Autismo: se manifiesta por primera vez antes de los 3 años de edad y se puede diagnosticar por aspectos como que el niño es poco sociable y solitario, porque no busque llamar la atención de la gente o porque no señale objetos o personas que le puedan llamar la atención.
     
  • Síndrome de Rett: casi el 100% de los casos son niñas. Se caracteriza porque se comienza a sufrir una degeneración progresiva en el sistema nervioso, lo que produce problemas cognitivos, de comunicación y de motricidad. Debuta entorno a los 2 años.
     
  • Síndrome de Aperger: en muchas ocasiones se diagnostica muy tarde por la complejidad de hacerlo. Los afectados no tienen ningún tipo de rasgo físico ni discapacidad intelectual que los identifique, pero tienen problemas para interactuar socialmente, de psicomotricidad, de entender las ironías y los dobles mensajes, y se obsesionan con uno o varios temas.
     
  • Síndrome de Heller: también conocido como trastorno desintegrado infantil, se suele detectar con dos años, aunque, en ocasiones, se manifiesta pasados los 10. Se diferencia de otros tipos en que se presenta de manera repentina, hasta tal punto que, a veces, es el propio niño quien se da cuenta y alerta de su aparición.
     
  • Trastorno generalizado del desarrollo no especificado: los especialistas utilizan este grupo para integrar los casos en los que los síntomas son demasiado heterogéneos como para poder asociarlos a algún tipo de autismo concreto.
     

En el caso del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la clasificación es más sencilla y se divide en tres grupos en función de si se caracteriza más por presentar síntomas de hiperactividad e impulsividad, si predomina el déficit de atención o si aparecen ambos problemas combinados.

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