HIPERTENSIÓN - 13 de noviembre de 2025
Como ya se ha descrito en otros artículos, tradicionalmente la diferenciación entre los síntomas y enfermedades de naturaleza “física” y aquellas de carácter “emocional” estaba mucho más marcada. Hoy sabemos que esta separación cuerpo – mente responde más a una construcción teórica que a la práctica, ya que el cuerpo humano funciona cono un todo integrado: nuestra salud física repercute en cómo nos sentimos emocionalmente, y nuestra salud emocional, junto con las rutinas y comportamientos que adquirimos, impactan de forma directa en la salud física.
Antes de avanzar, conviene recordar a qué nos referimos cuando hablamos de hipertensión. La hipertensión arterial es un aumento de la presión con la que la sangre circula por las arterias. Esta presión es sostenida en el tiempo y expone tanto al corazón como al resto de vasos sanguíneos a un sobresfuerzo.
El aumento de la presión no tiene una sola causa, sino que es resultado de múltiples factores. Nombraremos algunos de ellos para sacar conclusiones más adelante.
Factores físicos o biológicos como la genética, el hecho de que a medida que envejecemos las paredes de las arterias pierden elasticidad, algunas enfermedades crónicas.
El estrés mantenido en el tiempo que eleva de forma crónica hormonas como el cortisol y la adrenalina, haciendo que el corazón lata a mayor velocidad.
El estado de alerta constante o ausencia de descanso que hace que el sistema nervioso se encuentre siempre hiperactivado.
El consumo de sustancias como el alcohol, drogas o tabaco que dañan los vasos sanguíneos.
El sedentarismo aumentando la probabilidad de un sistema cardiovascular debilitado.
Una inadecuada alimentación alta en grasas poco saludables o con exceso de sal.
Basta con comprender cómo se produce la hipertensión arterial para tomar conciencia de la estrecha relación que guarda esta condición con la salud mental y, en particular, con la forma en la que manejamos nuestras emociones y las decisiones que tomamos en cuanto al estilo de vida. Si observas, la mayoría de los factores corresponden a decisiones que tienen que ver con cómo nos cuidamos en nuestra rutina.
Es muy frecuente que, además, se establezcan ciertos círculos viciosos entre los factores. Por ejemplo, una persona con altos niveles de estrés es más probable que recurra a recursos como el alcohol, el tabaco o la comida rápida para poder sobrellevar su rutina y tener ciertas vías de escape.
Por ello, más allá de los datos, queremos proponerte 5 prácticas sencillas y accesibles para cuidar tu tensión arterial en el día a día a través de tu salud mental:
Respirar
Meditar
Regular nuestras emociones
Limitar el consumo de café, alcohol y tabaco
Aprender a diferenciar “importante vs urgente”
Sí, así como lo lees. Respiramos constantemente pero a la vez vamos tan rápido que no siempre somos conscientes de nuestra propia respiración. Los ejercicios de respiración consciente son una práctica perfecta para poder desacelerar nuestro sistema nervioso y activar el denominado sistema nervioso parasimpático (el encargado de apagar el sistema de alerta).
En unión a la respiración. Unos minutos diarios de atención plena ayudan a relajar el sistema nervioso y reducir el estrés acumulado diario. Como cualquier aprendizaje, requiere de la práctica y la paciencia necesaria.
Consiste en estar atentos/as a lo que sentimos, identificar nuestras emociones y sobre todo, permitirnos sentir (ya sea tristeza, enfado, miedo…). La tensión emocional a veces es resultado de intentar bloquear, ignorar o reprimir otra serie de emociones que no nos gusta experimentar porque nos hace sentir incómodos/as.
Por ejemplo, te proponemos poder escribir cada día 3 o 4 líneas de las sensaciones que han protagonizado tu día.
Estas sustancias en exceso aumentan la tensión arterial. Reducirlas o moderarlas es un gesto sencillo de cuidado.
Confundirlas nos instala en ritmos frenéticos en los que intentamos cubrir toda la lista de tareas. Preguntarnos cada vez que vamos a hacer algo “¿esto es importante o es urgente?” es un pequeño truco que te ayudará a poder decidir mejor y darte más espacios para reducir el ritmo y apoyar tu descanso.
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria