HIPERTENSIÓN - 6 de marzo de 2021
La hipertensión es una enfermedad que tiene su origen en múltiples factores, como la mala alimentación o un estilo de vida sedentario. También diferentes enfermedades como la obesidad o la apnea del sueño provocan altos niveles de presión arterial.
Precisamente, se ha observado en diferentes investigaciones que la apnea tiene una estrecha relación causa-efecto con la hipertensión. Un alto porcentaje de personas que padecen de apnea tienen hipertensión y tienen más probabilidades de padecer enfermedades como cardiopatía isquémica, accidentes cerebro vasculares y problemas mentales como depresión o ansiedad.
En concreto, según cuentan desde la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica, entre un 30 y 50 % de pacientes de hipertensión también padecen apnea del sueño. Un hecho que denota la estrecha relación de causa y efecto que existe entre ambas enfermedades.
El riesgo de hipertensión aumenta debido a la falta de oxígeno grave producida por la apnea severa. Cuando se colapsan las vías aéreas se provoca una alteración metabólica neuro hormonal que deriva en efectos cardiovasculares. Según el estudio Relación entre AOS e Hipertensión, la apnea afecta también al ritmo circadiano de la presión arterial, por eso, los pacientes que padecen esta patología tienen una elevada incidencia de alteraciones en su ritmo circadiano, lo que desencadena a su vez daños en el cerebro y el corazón.
Esta investigación también destaca la reciprocidad que se genera entre ambas patologías, es decir, los pacientes hipertensos tienen más probabilidades de padecer apnea y la hipertensión tiene una alta prevalencia en los afectados por apnea.
Según el Instituto del Sueño, la apnea es el cierre total de la vía aérea superior, cuando el cierre es parcial se denomina hipoapnea. Durante este proceso, la entrada de aire en los pulmones se ve afectada debido a este cierre y, como consecuencia, disminuye la cantidad de oxígeno en la sangre. El problema radica en la frecuencia con la que se produce pues, cuanto mayor sea la frecuencia, mayor va a ser el porcentaje de disminución del oxígeno en la sangre durante la noche.
Coloquialmente podemos entender esta patología como una pausa que se produce en la respiración. El riesgo para la salud es mayor cuando esta pausa se prolonga por más de 10 segundos o cuando se comienza a repetir con más frecuencia. Una vez ha terminado esta pausa, se vuelve a la respiración normal, aunque el problema ya queda en la disminución de oxígeno que se ha producido en sangre.
Los síntomas de la apnea son varios, sentimiento de cansancio, somnolencia, alteraciones en el rendimiento, disminución de la capacidad de concentración y cambios en el estado de ánimo.
Evitar malos hábitos, tener una dieta equilibrada y realizar ejercicio físico de manera constante ayuda a evitar el riesgo de padecer ambas enfermedades.
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