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Hipertensión. Las claves del control de la tensión arterial

HIPERTENSIÓN - 15 de octubre de 2017

El sistema circulatorio funciona igual que el sistema de tuberías de un edificio. Por él debe circular un fluido (la sangre) a la presión adecuada, ya que si la tensión es excesiva puede provocar daños en el sistema. Cuanta más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear la sangre. El problema es que la tensión sanguínea sube sin avisar y sin mostrar síntomas en la mayoría de las personas. Esta ausencia de signos aparentes le ha valido a la hipertensión el apodo de “asesino silencioso”, pues descontrolada puede llegar a provocar, entre otras cosas, un infarto de miocardio, un ensanchamiento del corazón y, a la larga, una insuficiencia cardiaca.

Ahí radica la clave del manejo de la hipertensión arterial: en el control. No en vano se trata de la causa prevenible más importante de enfermedades cardiovasculares, no sólo por su gravedad, sino por su frecuencia. A nivel mundial, más de uno de cada cinco adultos tiene la tensión arterial elevada.

¿Cómo prevenir la hipertensión arterial?

Anteriormente, en nuestro blog, ya vimos cómo mantener a raya la hipertensión. Según los expertos, todos los adultos deberían  medirse su tensión arterial periódicamente. El protocolo más recomendable se conoce como AMPA: medidas de 3 a 7 días consecutivos por las mañanas antes de tomar la medicación (si es el caso) y por la noche. Lo óptimo es estar por debajo de 120 de presión arterial sistólica (esta parámetro mide la fuerza del flujo sanguíneo por una arteria al salir del corazón) y de 80 de presión diastólica (la fuerza del flujo sanguíneo cuando el corazón descansa entre un latido y otro). Si es elevada, deben consultar a un profesional sanitario.

Aunque hay una hipertensión que aparece por cuestiones genéticas, existen cinco medidas imprescindibles que cualquiera puede poner en práctica para minimizar las probabilidades de padecerla: dieta saludable; evitar el uso nocivo del alcohol (esto es, limitar su ingesta a no más de una bebida estándar al día); realizar actividad física; abandonar el consumo de tabaco y gestionar el estrés de una forma saludable.

A algunas personas les basta con modificar su modo de vida en torno a estos factores para controlar su tensión arterial. Otros, sin embargo, necesitan además tratamiento farmacológico.

La concienciación en torno a este problema ha dado sus frutos a lo largo de los años. A pesar de ser uno de los trastornos más frecuentes, el diagnóstico y tratamiento generalizado ha propiciado en casi todos los países de ingresos altos una reducción significativa de la proporción de personas con tensión arterial elevada, así como de la tensión arterial media en todas las poblaciones… Motivos más que suficientes para no bajar la guardia, seguir vigilando nuestra propia salud y cambiar nuestro modo de vida hacia hábitos más saludables.

 

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