DIABETES - 27 de enero de 2023
La recepción de un diagnóstico de cualquier enfermedad crónica marca un antes y un después en la vida de los pacientes y en la de sus familiares, especialmente si la persona afectada se trata de un niño. En primer lugar, está la reacción emocional de ser capaces de entender y aceptar que tenemos una enfermedad que nos acompañará de por vida, y en segundo lugar, saber encajar todos los cambios que esta provocará en nuestra rutina.
En el caso de la diabetes infantil, tanto los padres como sus hijos se enfrentan ahora a numerosos cambios en sus vidas, así como el aprendizaje sobre una enfermedad con la que quizá no estaban familiarizados.
Sin embargo, cuando hablamos de aceptar un diagnóstico en niños, la edad del menor condicionará mucho de la capacidad que tenga este para entender, admitir y comprometerse con los cuidados de su enfermedad. Así, si hablamos de niños de 0 a 4 años, el mayor peso recae en los padres, pues el pequeño no entiende qué es la diabetes o qué consecuencias tiene para él. Por otra parte, si el niño debuta en diabetes con 6 a 7 años, el menor puede entender que las visitas al médico es una especie de castigo por haber hecho algo mal, algo que vuelve clave la comunicación y el acompañamiento de los padres durante esta edad. Pero sin embargo, si hablamos de niños más mayores, casi de 9 a 12 años, ya casi empezando la adolescencia, el único aspecto que les preocupará sobre la diabetes es pensar que eso les hace distinto a sus amigos en el colegio o en las clases.
En cualquier caso, el diagnóstico de diabetes produce una reacción emocional, también en parte el comportamiento sobreprotector de los padres, proporcionando una serie de señales como una forma de gestionar la noticia y el dolor que eso conlleva.
Entre las reacciones durante el proceso de aceptación de la enfermedad, podemos encontrar:
En la mayoría de los casos, estas fases conducen a una aceptación de la enfermedad, donde el menor, también conforme crece y es más capaz de entender la situación que le rodea, puede colaborar con los cuidados de su enfermedad y darle un sentido propio. Esto es, en pocas palabras, experimentar por sí mismo que puede tener diabetes y seguir teniendo una alta calidad de vida que le permita sentirse realizado consigo mismo.
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Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria