DIABETES - 18 de noviembre de 2025
Cuando hablamos de bajadas bruscas de glucosa hacemos referencia a estadios de hipoglucemia, una complicación muy frecuente en personas con diabetes, tanto de tipo 1 como tipo 2.
Antes de nada, debemos valorar cuáles son los límites que nos sitúan en valores hipoglucémicos, cuáles son sus síntomas y consecuencias y cómo adaptar la rutina de entrenamiento si la padezco.
El límite de la hipoglucemia suele darse cuando nos situamos por debajo de 70-65mg/dl. Entre su sintomatología encontramos al inicio hambre, cefalea, sudoración fría, cambios de carácter, temblor y dolor abdominal. Si no se corrige pueden aparecer síntomas como conductas poco habituales, dificultad en el habla y el pensamiento, visión borrosa, somnolencia y mareos, y en casos más graves de hipoglucemia pueden llevar a complicaciones neurológicas y cardiovasculares graves, consecuencias graves como alteración de la conciencia, convulsión y coma.
El ejercicio físico y la actividad física son herramientas claves que se consideran parte del tratamiento en personas con diabetes, pero si no contamos con un plan de entrenamiento personalizado y un protocolo de actuación tanto preventivo como correctivo puede no ser beneficioso e incluso llegar a ser dañino para nuestro organismo.
Por un lado, el ejercicio aeróbico prolongado aumenta la captación muscular de glucosa y reduce la glucosa sanguínea si la insulina disponible es alta, generando un mayor riesgo de hipoglucemia. Podríamos cuestionarnos no llevar a cabo este modelo de trabajo, pero, debido a sus altos beneficios a nivel cardiorrespiratorio y en la fuerza-resistencia muscular, podremos aplicar un plan de acción donde anticipando la ingesta de carbohidratos y/o reduciendo la dosis de insulina (en perfiles insulinodependientes) evitaremos una bajada brusca en los niveles de glucosa durante y post entrenamiento.
Por el contrario, otros formatos como el entrenamiento de fuerza o el entrenamiento HIIT (High Intensity Interval Training) tienen un menor riesgo de hipoglucemia aguda, a veces incluso aumentan temporalmente la glucosa. Por ello y por sus indiscutibles beneficios a nivel muscular, metabólico y cardiovascular, una apuesta segura en nuestra rutina será un plan de entrenamiento donde contemplemos mínimo 2-3 días de entrenamiento de fuerza que podremos acompañar de 1-2 sesiones HIIT o ejercicio aeróbico.
Por lo general, el ejercicio regular ha sido indicado para mejorar el control de la glucosa sanguínea, reducir los factores de riesgo cardiovascular, contribuir a la pérdida de peso, aumentar la sensibilidad a la insulina y proporcionar una sensación de bienestar general.
Mantener una buena hidratación tanto previo como durante el ejercicio. Los estados de deshidratación pueden afectar de manera negativa los niveles de la glucemia y función del corazón
Llevar siempre carbohidratos de rápida absorción y documentación médica por si experimentamos un cuadro de hipoglucemia.
Monitorear la glucosa sanguínea antes y después del ejercicio (o durante si se considera necesario).
Registrar patrones (sesiones, ingestas, insulina, CGM) para ajustar progresivamente la estrategia.
Entrenar con compañeros/profesionales informados sobre cómo identificar y tratar la hipoglucemia.
Si tienes dudas o después de aplicar estas pautas, sigues teniendo hipoglucemias o malestar sintomatológico, consulta con un profesional de la actividad física.
Laura Carreño – Entrenadora Personal Colegiada 60655 en Alimentación 3S.
Redactado por:
Alimentación 3S