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Déficit de hierro en bebés, ¿cómo resolverlo?

ANEMIA FERROPÉNICA - 1 de julio de 2018

Los primeros meses de la vida de un bebé se caracterizan por una alta demanda de hierro que, sin embargo, no se corresponde con la ingesta de este mineral. Es frecuente, por lo tanto, que durante esta primera infancia el bebé sufra episodios de anemia ferropénica que requieran, no solo de una nutrición correcta, sino también de la suplementación dietética con hierro.

Varias causas contribuyen a explicar los bajos niveles de hierro de neonatos y lactantes. Deficiencia de hierro de la madre, prematuridad y bajo peso al nacer, niños mayores de seis meses que reciben solo lactancia materna… En estos casos, es necesario recurrir a una suplementación férrica, incluso si el niño está recibiendo una dieta correcta.

A la hora de optar por suplementos de hierro, es necesario diferenciar dos conceptos que, a menudo, no se conocen: requerimiento o cantidad necesaria para que el bebé disfrute de un buen estado de salud e ingesta recomendada o cantidad que hay que aportar teniendo en cuenta que no todo el hierro es absorbido. Así, la ingesta deberá ser siempre mayor que el requerimiento.
 

¿De qué cantidades hablamos?

La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria ha establecido como requerimientos 0,49 miligramos para los bebés de hasta 6 meses y de 1 miligramo para los niños de entre 6 meses y 3 años. La leche materna no presenta alta concentración de hierro y, además, su capacidad de absorción es tan baja que es recomendable recurrir a los suplementos de este mineral a partir de los 4 meses de vida del bebé. Es necesario echar mano de esta suplementación, entre otras cosas, porque nuestro organismo absorbe apenas entre un 20% y un 30% del hierro de origen animal y entre un 5% y un 10% de los vegetales. Así pues, cada vez es mayor el consenso sobre la necesidad de realizar aportes extra de hierro en los menores. Las recomendaciones médicas estiman suplementar a los niños con entre 2 y 4 miligramos por kilo.

Estos aportes extra son más necesarios, si cabe, en el caso de bebés que no se alimentan con leche materna y también al término del periodo de lactancia, cuando se hace imprescindible también introducir alimentos ricos en hierro.

En definitiva, es importante que conozcas que los bebés presentan una alta probabilidad de padecer anemia ferropénica y que existe, con todo, un tratamiento eficaz y rápido para evitarlo. Será tu pediatra quien te recomiende en cada caso qué solución tomar.

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