ALERGIA - 10 de diciembre de 2020
Las gramíneas son una gran familia de plantas con más de 230 especies diferentes, lamentablemente conocidas por el gran número de personas alérgicas a ellas que existen en el mundo. Suelen tener un tallo cilíndrico y hueco, con hojas alternas que recorren el tallo, cuyas flores se agrupan en espigas.
Suelen crecer en praderas y campos cultivados, cunetas, campos de deporte, bosques, matorrales y ciudades, y su polen no es visible a nuestros ojos.
El polen de gramíneas tiene una alta capacidad alergénica. En España tienen una amplia distribución por toda la península. En la región de la península seca continental hay una explosión floral de gramíneas durante un período de 4- 6 semanas en los meses de mayo y junio, siendo la zona con mayor intensidad de polinización. En la zona mediterránea la floración es más larga, de marzo a agosto, pero menos intensa, mientras que en las zonas verdes más lluviosas la floración dura desde abril hasta julio, pero las frecuentes lluvias suelen barrer los granos de polen.
La alergia respiratoria afecta a una cuarta parte de la población en los países desarrollados. El polen de gramíneas es el principal causante de rinitis alérgica en nuestro país debido a su alta capacidad alergénica, y es el responsable aproximadamente del 74 % de los casos.
Los síntomas más comunes de la alergia al polen de gramíneas suelen ser lagrimeo y enrojecimiento del ojo, congestión nasal, tos seca e irritación de garganta, estornudos fuertes y repetitivos, quemazón en el paladar, malestar general, irritabilidad y nerviosismo.
Los factores que influyen en la cantidad de polen ambiental son:
Con el fin de evitar los síntomas, la medida ideal sería evitar zonas libres de pólenes en los momentos críticos de polinización. Pero como esta medida es difícil de llevar a cabo, algunos consejos son:
Lo primero que hay que destacar es que cualquier tratamiento para tratar al paciente alérgico debe ser pautado por un especialista. Existen tratamientos médicos para impedir la aparición de los síntomas durante el período de polinización, como los antihistamínicos. Este tratamiento permite aminorar o eliminar los síntomas mientras el paciente lo esté realizando, pero no evita que los síntomas aparezcan en cada nueva estación polínica. Sin embargo, el único tratamiento capaz de modificar el curso natural de la enfermedad alérgica es la inmunoterapia específica con alérgenos (”vacunas de la alergia”).
La inmunoterapia es un tratamiento basado en la administración continuada de dosis del alérgeno causante de los síntomas alérgicos. La administración de dosis altas de alérgeno (si las comparamos con las cantidades que se inhalan de forma natural) provoca una serie de cambios en el sistema inmune que evitan la aparición de la reacción alérgica.
La inmunoterapia está documentada como tratamiento eficaz, llegando a reducir considerablemente los síntomas alérgicos y la necesidad de medicación sintomática. Por otra parte, el tratamiento tiene un efecto protector a largo plazo (una vez suspendida su administración), así como un efecto preventivo de nuevas sensibilizaciones e incluso puede impedir el desarrollo de asma en pacientes con rinitis alérgica.
Inicialmente, la inmunoterapia sólo estaba disponible en forma de inyecciones (inmunoterapia subcutánea), pero actualmente se ha desarrollado la inmunoterapia sublingual en forma de gotas o en liofilizados orales. La inmunoterapia sublingual bien en forma de gotas (envases unidosis) o como liofilizados orales puede administrarse cómodamente en el propio domicilio del paciente.
En la actualidad, se recomienda el empleo de vacunas alergénicas para el tratamiento de la enfermedad alérgica respiratoria por un tiempo aproximado de tres años.
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