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Cómo manejar el miedo a una nueva crisis en epilepsia

EPILEPSIA - 14 de noviembre de 2025

Ansiedad: estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.

Anticipar: hacer que algo tenga lugar antes del tiempo señalado o previsible, o antes que otra cosa.

Según la RAE esas son las definiciones separadas de ambos términos, por tanto, si juntamos ambas, nos referimos a vivir con la sensación de que en cualquier momento puede ocurrir un evento ansioso que no puedes controlar.

Lamentablemente esta es la experiencia de muchas personas con epilepsia, quiénes no solo enfrentan las convulsiones del momento agónico, sino también el temor constante en su día a día a que reaparezcan. Ese miedo, se conoce como ansiedad anticipatoria y puede llegar a ser tan limitante o más que la propia enfermedad si no se aborda de manera adecuada.

La epilepsia se considera un trastorno neurológico que se caracteriza por una predisposición a presentar crisis epilépticas recurrentes donde generalmente los músculos de todo el cuerpo se ponen rígidos y el cuerpo se sacude repentinamente, perdiendo a veces el conocimiento.

Aunque los tratamientos médicos logran controlar los episodios en una gran parte de los casos, la incertidumbre sobre cuándo y dónde aparecerá la próxima crisis genera un estado de alerta continua. Esta alerta o ansiedad anticipatoria afecta a la vida diaria, la autoestima y las relaciones sociales de quienes la padecen. Clínicamente es un mecanismo de defensa natural: el cerebro busca claves para anticipar o prepararse para una situación que puede ser potencialmente peligrosa. Sin embargo, esta ansiedad puede ser tan elevada que genere síntomas como insomnio, tensión muscular, problemas de concentración, asilamiento social e incluso depresión. De ese modo, la ansiedad termina amplificando las limitaciones que ya vienen impuestas por la propia enfermedad.

La evidencia científica sugiere que podemos reducir esta ansiedad de diversas maneras:

  • Información clara y acompañamiento medico

  • Técnicas de regulación emocional

  • Terapia psicológica

  • Red de apoyo

  • Hábitos saludables

Conocer la propia enfermedad, entender los factores desencadenantes y recibir orientación continua de profesionales de la salud reduce la sensación de incertidumbre. La educación sobre epilepsia empodera al paciente y disminuye miedos infundados.

Ejercicios de respiración, relajación muscular progresiva o mindfulness ayudan a manejar la ansiedad. Estos ejercicios y prácticas reducen de manera significativa la activación del sistema nervioso y generan una sensación de control.

A través de la terapia cuando es necesario, se ayuda a identificar qué herramientas y estrategias tiene el paciente para poder hacer frente a los disparadores presentes en el día a día.

Compartir experiencias con familiares, amigos o grupos de pacientes con la misma enfermedad contribuye a la sensación de pertenencia y comprensión. Esto último reduce la carga emocional y favorece la capacidad de adaptación de la persona.

Dormir lo suficiente, mantener una rutina equilibrada, evitar consumo de estimulantes y seguir la pauta farmacológica prescrita son bases no negociables que favorecen no solo la estabilidad física si no también la emocional.

En conclusión, la epilepsia no solo se trata con medicamentos, también con un abordaje integral que atienda a la salud mental. El miedo a una nueva crisis es comprensible, pero no tiene por qué gobernar la vida de la persona. Con acompañamiento médico, apoyo psicológico y estrategias de autocuidado, es posible recuperar confianza, reducir la ansiedad anticipatoria y vivir con mayor plenitud.


Lucía Ongil, Psicóloga Sanitaria M-35082 en Alimentación 3S.

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