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Sufrí una insolación

VIDA SALUDABLE - 15 de agosto de 2019

Todos desde pequeños hemos oído decir a nuestros padres: debes echarte crema, protégete la piel, te va a dar una insolación y siempre hemos creído que no eran nada más que unos consejos derivados del miedo irracional de nuestros padres. Pues bien, yo pensaba esto hasta hace unos años cuando sufrí una insolación y lo pasé realmente mal, os cuento:

Todo ocurrió en un viaje que hice a la republica dominicana, el sol del caribe es muy agresivo y a priori si protegemos nuestra piel con alta protección, nos hidratamos y evitamos la exposición solar prolongada y las horas centrales del día no habría ningún problema.

Pues bien, el primer día de playa, mientras todas mis amigas untaban su piel con cremas tipo nívea, aceites solares o preparados a base de zanahorias, agua y aceite, yo me protegía con crema solar de niños, factor 50. Según iban pasando las horas renovaba la protección, al salir del agua o cuando me acordaba. Dada la naturaleza del viaje, el día fue muy divertido, jugamos, bailamos y disfrutamos de la playa.

No fue hasta por la noche cuando empecé a encontrarme realmente mal… escalofríos, mal estar general, dolor de tripa, dolor de cabeza, náuseas, mareos… un sinfín de síntomas nada deseables y encima todos a la vez. Un amigo me dio un analgésico para intentar regular mi temperatura corporal y encontrarme un poco mejor, pero apenas noté mejoría.

Cuando llegué a la habitación vi como estaba mi piel, completamente roja, abrasada, con pequeñas ampollas en el pecho y las piernas, intenté ducharme pero el agua del grifo era insoportable.

Lo que hice fue untarme de crema para después del sol y tumbarme boca a arriba en la cama esperando a que se absorbiera. Cuando terminé con la parte delantera, me di la vuelta y mi compañera de habitación me ayudó a hacer lo mismo con la espalda.

Las horas que vinieron después fueron un infierno, vómitos, escalofríos, mal estar, dolor de cabeza insoportable, nada de apetito y temblando todo el tiempo. Mi cuerpo intentaba compensar el exceso de calor y os puedo asegurar que nunca me he sentido tan mal como esos días.

Después de tres días en cama, sin pisar la playa, ni el restaurante del hotel, sin comer nada, y solo bebiendo agua, empecé a encontrarme un poco mejor y comencé comiendo un poco.

Pude disfrutar dos días de mis vacaciones, en la sombra, con ropa de manga larga e hidratándome mucho tanto por dentro como por fuera, pero no disfruté del viaje como tenía pensado,

Quería compartir con vosotros una de las experiencias más desagradables de mi vida y aunque penséis que soy exagerada os aseguro que no puedo ser más sincera.

Proteged vuestra piel no toméis el sol durante muchas horas, hidrataros y cuidaros y, sobre todo, no os fieis de estar protegidos por tener una crema solar de alta protección porque cada piel es diferente y debemos aprender a escucharla.

Redactado por:

Cristina Lucerón

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