VIDA SALUDABLE - 2 de enero de 2019
Preparar tus propios yogures en casa, aunque no lo parezca, resulta mucho más fácil de lo que crees y, además, te saldrá mucho más barato que comprarlos en el supermercado. También contribuirás, casi sin proponértelo, al cuidado del medio ambiente, ya que generarás menos desechos si utilizas recipientes de vidrio en vez de los clásicos vasitos de plástico.
Para hacer yogurt natural solo necesitas leche y bacterias lactobacillus. Estas bacterias pueden conseguirse en farmacias, pero lo más fácil y rápido es usar un yogur natural anteriormente comprado que servirá como "madre" de tus propios yogures. Es tan fácil como mezclar un yogur comprado con un litro de leche y dejar fermentar la mezcla unas 8 horas en un lugar cálido.
Existen yogurteras eléctricas que incluyen unos cuantos tarritos, tienen un precio no muy elevado y mantienen una temperatura constante en torno a 40ºC mientras se hacen tus yogures. Sin embargo, si no tienes uno de estos dispositivos, no tienes por qué renunciar a los yogures. Si dejamos la mezcla de leche y yogur en un sitio cálido, como por ejemplo el garaje en verano o un cuarto con calefacción, en una noche tendremos nuestros yogures. También es buena idea usar el calor residual del horno cuando lo hayamos usado para otra preparación. Basta con meter los tarritos en un bol o bandeja dentro del horno caliente apagado y dejarlos durante unas 8 o 10 horas.
Si vamos a hacerlo sin yogurtera, hay que tener en cuenta la temperatura de la leche al mezclarla con el yogur base: debe estar tibia, a unos 45ºC. Es importante no usar leche demasiado caliente ya que, en ese caso, las bacterias se morirían y no se haría el yogur por muchas horas que esperásemos.
Una vez hechos, solo hay que conservarlos en el frigorífico. Al ser caseros y no llevar conservantes, es importante tener en cuenta que se conservarán durante unos seis o siete días, no es aconsejable tomarlos más tarde.
Otra ventaja es que podemos usar uno de nuestros yogures caseros para volver a hacer una nueva tanda, pero sin excedernos. No es conveniente reutilizar demasiadas veces seguidas las mismas bacterias, ya que el fermento puede deteriorarse, así que cada poco tiempo (uno o dos usos como mucho), tendremos que usar nuevos bacillus o un nuevo yogur comprado que actúe como "madre".
En esta técnica tan fácil para hacer yogures puede emplearse tanto la leche de vaca (entera, desnatada o semi) como la leche de cabra, de oveja e incluso leches vegetales como la de soja. En este último caso, si queremos que el resultado sea 100% vegetal y, por lo tanto, apto para veganos, inocularemos la leche de soja con un yogur también de soja.
A partir de aquí podemos innovar con nuestros yogures todo lo que nos apetezca. Una gran idea si tenemos niños pequeños o preferimos otros sabores que no sean el clásico natural es añadir cacao a la leche, pepitas de chocolate, trocitos de fruta o frutos secos, fruta desecada como pasas, café soluble… ¡y todo lo que se te ocurra!
La técnica es muy sencilla. Basta mezclar el ingrediente estrella con la leche antes de añadir el yogur, o incluso en el caso de la canela o la ralladura de limón, infusionarla y luego colarla para hacer, por ejemplo, yogures de leche merengada.
Para obtener yogures más cremosos, tipo yogur griego, tendremos que sustituir 200ml de leche por nata en cada litro que empleemos. Puede ser nata de soja también, en el caso de la versión vegana. Aunque hay que tener en cuenta que esto aumentará su valor calórico, están deliciosos. ¡Tú decides!
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