VIDA SALUDABLE - 12 de abril de 2019
En nuestro día a día son muchos los sonidos a los que nos exponemos, conversaciones, tráfico, música, ruido ambiente en la oficina, televisión, radio etc. y casi siempre nos olvidamos de la importancia del silencio.
A veces, estando en casa, yo solía poner la televisión “de fondo”, aunque no la estuviera viendo, solo por inercia. Mientras estaba en otra habitación escuchaba la televisión a lo lejos, ¿os suena? seguro que alguno de vosotros también ha hecho esto su propia casa. También solía ponerme música para hacer las tareas del hogar, cocinar o mientras leía un libro.
La mente necesita descansar de los agentes externos como el ruido, pero, con la llegada de las nuevas tecnologías, tendemos a “llenar” con sonido, situaciones que serían más saludables si las hiciéramos en silencio. Parece que tengamos una necesidad patológica de escuchar siempre algo, en vez de disfrutar del silencio.
En mi caso, antes solía ducharme con música de fondo, pero ahora, para liberarme del estrés diario, aprovecho esos ratitos de soledad, que son solo míos, para estar en silencio, dejar la mente en blanco y relajarme.
Todos hemos ido alguna vez al campo y, después de cinco minutos escuchando la naturaleza, hemos dicho, qué paz, qué maravilla, bien, pues además de que las vistas, sin duda, son espectaculares, nuestro cerebro relaciona esa sensación de paz con el silencio y los sonidos naturales.
Es muy necesario que sepamos practicar el silencio en nuestro día a día.
Si tenemos hijos, es obvio que las oportunidades de tener silencio en casa se reducen bastante. Mi consejo es que aprovechéis el momento en el que los peques se van a la cama, para disfrutar de una ducha en silencio, o también, podéis sentaros tranquilamente en el sofá, sin televisión, sin conversar, sin hacer ni decir nada, solo sentados a estar en silencio, veréis cómo notáis más paz y tranquilidad, lo que se traducirá en un “chute” de energía en vuestro día a día.
Redactado por:
Cristina Lucerón