VIDA SALUDABLE - 19 de mayo de 2023
Tras la pandemia del COVID-19 ya no hay dudas: la ansiedad es el trastorno más común de todos. No obstante, ¿sabemos realmente identificar la ansiedad? La palabra ansiedad se ha convertido en un cajón de sastre donde metemos multitud de dolencias y sentimientos que experimentamos a lo largo del día.
Si pensamos en ansiedad, las primeras palabras que nos vienen a la mente son angustia, inquietud o nervios. De hecho, la ansiedad es una respuesta natural que sentimos cuando vivimos situaciones en las que nos sentimos amenazados. En este sentido, la ansiedad se diferencia del miedo en que, en este último, conocemos aquello que nos amenaza. Por ejemplo, una enfermedad o la pérdida de un familiar. Mientras que en la ansiedad desconocemos la amenaza y por tanto tenemos más dificultades para elaborar una respuesta. Es decir, tememos ante la incertidumbre y el suceso que no podemos controlar.
Si bien es totalmente normal sentir ansiedad, por ejemplo, antes de un examen, los días previos a una entrevista de trabajo, esta sensación se vuelve un problema cuando es prolongada y desproporcionada. Esto es, cuando el más mínimo imprevisto nos causa ansiedad e impide el devenir normal de nuestro día a día.
Vivimos en un contexto social en el que tenemos normalizado que correr es el ritmo habitual. En una rutina en la que hacemos frente a diario a miles de exigencias (externas y las que nos autoimponemos), la ansiedad comienza a ser tan habitual y común entre nosotros que estamos perdiendo la capacidad de identificarla. Podríamos decir que es algo así como que, un pez nunca podría decir que está mojado si siempre ha sido su hábitat. A continuación, explicamos algunas de las formas que puede cobrar.
La ansiedad puede cobrar muchas formas ya que cada persona puede experimentar unos síntomas diferentes.
Las reacciones físicas más generalizadas suelen ser mareos, falta de aire, aceleración del ritmo cardiaco, tensión muscular o sudoración. Estos síntomas seguramente nos resulten familiares si pensamos en la hora antes de un examen o en el momento en el que estoy esperando una noticia.
En el plano psicológico, aparecen los pensamientos intrusivos y obsesivos de ideas que normalmente nos asustan o juzgamos (“¿y si me hago daño a mí mismo?; puedo empujar a alguien a las vías del tren”), sesgos en el pensamiento, así como pensamientos anticipatorios y catastrofistas (“seguro que hago el ridículo en la reunión y me despiden”). La sensación emocional es de hipervigilancia y alarma y normalmente, el cuerpo nos pide huir y evitar la situación.
Dada la heterogeneidad de los síntomas (y lo acostumbrados que estamos a sentirlos) la ansiedad puede pasar desapercibida desencadenando a largo plazo en un cuadro de ansiedad con mayores implicaciones a nivel psicológico. Por ello, resulta esencial escuchar cómo nos sentimos, cómo está nuestro cuerpo y comprobar si alguno de los síntomas mencionados aparece con frecuencia. Recuerda que podemos seguir teniendo una vida funcional aun con ansiedad, por lo que es importante actuar de forma preventiva y no posponer a que nuestro cuerpo tenga que emitir otra señal de alarma.
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria