VIDA SALUDABLE - 2 de julio de 2021
No todo lo que nos trajo la pandemia fue malo, en muchas ocasiones nos sirvió para darnos cuenta, por ejemplo, de cuánto necesitamos a nuestra familia, amigos o incluso a nuestros compañeros de trabajo.
También nos ha enseñado a valorar la rutina, el simple acto de salir de casa y ser libres para ir a dónde queramos, hacer la compra, ir al trabajo, viajar a cualquier lugar, visitar a nuestros seres queridos.
Pero en lo que a medidas de protección se refiere, el COVID nos ha obligado a cumplir con ciertos hábitos que hasta ahora no se nos exigían y no está de más mantenerlos en nuestras vidas por la salud de todos.
Aunque parezca mentira no nos lavamos las manos todo lo que deberíamos, un estudio publicado por la Organización Mundial de la salud, en enero de 2020 desveló que el 95% de la población no se lavaba las manos antes y después de ir al baño y antes de comer. Lo que provocaba un alto índice de mortalidad por neumonía, diarrea y otras patologías que podrían evitarse con la higiene de manos.
Después del COVID, muchos nos hemos acostumbrado a lavarnos más las manos, no solo cuando llegamos de la calle, en el trabajo, en los bares o en los lugares públicos sino también en casa, antes y después de ir al baño, antes y después de comer, de cocinar, de meternos en la cama… y sobre todo si estamos enfermos, para reducir la propagación del virus por toda la casa.
Este hábito que llegó a nuestras vidas por el virus es una costumbre que está muy extendida en algunos países, cuando la persona está enferma por algún catarro o algún proceso vírico y contagioso.
El COVID nos ha enseñado a tener en casa mascarillas para evitar que, cuando estemos malitos, nuestros seres queridos se contagien.
Además, en mi caso, que soy una persona alérgica al polen, tengo que reconocer que estos dos últimos años he tenido menos síntomas gracias al uso continuado de la mascarilla, por lo que en primavera siempre tendré este elemento en casa, por si acaso.
Todos o casi todos tenemos claro que al estornudar o toser debemos cubrirnos la boca, tanto si estamos acompañados como si estamos solos, pero con la llegada de la pandemia se hizo especialmente importante aprender a hacerlo correctamente.
Hasta entonces, muchos lo hacíamos cubriéndonos con la mano, pero en el 2020 aprendimos a hacerlo tapándonos con el ángulo interno del codo, para evitar la propagación aérea de patógenos, pero también aprendimos a no cubrirnos con la mano, evitando así contaminar todas las superficies que tocamos después.
Después de este año tan duro, nos hemos acostumbrado al uso de gel hidro alcohólico como refuerzo al lavado de manos. En casi todos los establecimientos podemos encontrar un dispensador de gel para lavarnos antes de entrar y también al salir. Este simple gesto contribuye a que las personas que se encuentran dentro de un mismo espacio cerrado mantengan las manos desinfectadas para poder coger y tocar cosas con más seguridad e higiene.
Además, en mi caso, siempre llevo en el bolso un botecito de gel y lo utilizo cuando no puedo lavarme las manos o cuando he tocado alguna superficie y algún objeto con el que tienen contacto muchas más personas.
Todos estos hábitos que hemos interiorizado y que llegaron a nuestras vidas de forma repentina, pueden ayudarnos a mantener unas buenas condiciones de salud, tanto la nuestra, como la de nuestros seres queridos.
Redactado por:
Cristina Lucerón