¿Conoces el envejecimiento activo?

La sociedad actual está experimentando un vertiginoso aumento de la longevidad, asociado a los importantes avances biomédicos y a la mejora de las condiciones de vida en los últimos años. Un fenómeno positivo que, sin embargo, también esconde algunas sombras, ya que este aumento de la esperanza de vida no siempre se ve acompañado de una mejora en la calidad de la misma.

Tradicionalmente, el envejecimiento es entendido como un proceso de “pérdida”, en el que asumimos que nuestra vida irá cambiando y esperamos de forma pasiva y paciente a gozar de “una buena o una mala vejez”, como si de una cuestión de azar se tratase.

Y es cierto que existe una amplia variabilidad en las formas de envejecer e innegablemente, según nos hacemos mayores, experimentamos una multitud de cambios a nivel físico, psicológico y social que nos afectan de forma distinta. Sin embargo, muchos de estos cambios, no están determinados por el propio proceso de envejecimiento, sino que también están relacionados con el estilo de vida tendente en la vejez, marcado por la inactividad y reducción de las tareas diarias, la tendencia al aislamiento social y la inercia a abandonar metas y proyectos futuros.

En este sentido, el término “envejecimiento activo” busca romper con esta visión más tradicional, entendiendo el envejecimiento como un proceso en el que se tome conciencia de los cambios que acontecen en la vejez y se asuma la responsabilidad y el control de aquellos sobre los que sí podemos decidir.

Una nueva visión donde lo importante no es vivir más años, sino vivir mejor, y en la que se enfatiza a la persona como agente responsable de su propio proceso de envejecimiento.

De hecho, esta perspectiva, lejos de ser novedosa, recupera la forma más antigua de entender la vejez, en la que, sin negar las limitaciones propias de la edad, las personas más mayores representaban un gran valor para la sociedad, aportando la experiencia, sabiduría y aprendizaje que ningún joven vital y fuerte podría aportar.

De acuerdo con este enfoque, ¿qué implica un envejecimiento activo?

Por un lado, conlleva informarse y conocer bien qué cambios experimentará nuestro cuerpo, mente y entorno con el fin de adaptar nuestros hábitos y estar lo mejor equipados posibles para el futuro. Por ejemplo, manteniéndonos activos física y mentalmente o realizando adaptaciones en casa.

Por otro lado, supone no ceder nuestra vida a la inercia del paso de los años y continuar responsabilizándonos de nuestro proyecto de vida, teniendo labores propias, teniendo voz en las decisiones, cultivando nuestras relaciones con amistades y familiares y, en definitiva, siendo un adulto mayor que de vida a los años, concediéndoles significado y valor.