ENF. DE CROHN - 7 de septiembre de 2020
Ya te hemos contado que una buena alimentación es, junto con el ejercicio físico, el aspecto elemental para mantener nuestro cuerpo sano. Para algunas personas, vigilar bien qué comen es básico para evitar que sus problemas de salud vayan a más. Este es el caso de aquellas que padecen algún tipo de proceso inflamatorio crónico del tracto intestinal, como es el caso de la enfermedad de Crohn.
El gran impedimento que solemos encontrar a la hora de seguir una dieta sana y equilibrada es que los alimentos que son muy buenos para la salud, como puede ser la coliflor o las coles de Bruselas, no son tan apetitosos como lo puede ser una hamburguesa, una pizza o algún tipo de fritura, con las que disfrutamos más a pesar de que seamos conscientes de que no son tan saludables.
Precisamente, en relación con el efecto en la salud de este último tipo de alimentos, un grupo de científicos de la Universidad de Massachusetts Amherst ha dedicado una investigación para conocer los efectos que puede tener el aceite de los fritos en el tracto intestinal.
Para poder realizar el estudio, emplearon como modelo a ratas por la dificultad que entraña controlar el efecto de este líquido en pacientes con enfermedades inflamatorias de colon y con cáncer colorrectal, además de por la gran similitud de su intestino con el de los seres humanos. A esto habría que sumar que la dieta de estos animales también es omnívora, por lo que consumen más o menos los mismos alimentos que nosotros, su microbiota es muy similar y los procesos intestinales son calcados a los nuestros.
A pesar de que en España apenas se consume, los investigadores alimentaron a las ratas con aceite de colza que se había utilizado para freír a 162ºC, puesto que en Estados Unidos y en muchos países europeos su uso es muy común por su reducido precio y por su elevado punto de humeo, temperatura a la que el aceite empieza a desnaturalizarse y a adquirir propiedades nocivas.
Finalmente, el grupo de investigadores pudo observar que esta dieta derivaba en una inflamación desmedida del colon, aumentaba considerablemente el crecimiento tumoral y se producía una mayor permeabilidad intestinal, lo que, según explicaron los propios investigadores, "ayudaba a bacterias y productos tóxicos a atravesar la barrera intestinal y entrar en el torrente sanguíneo".
Estos resultados los obtuvieron al comparar este grupo de ratas alimentadas con el aceite de colza utilizado para freír con un grupo de control que no había recibido esta dieta. Así, se dieron cuenta de que en este segundo grupo no solo no habían experimentado cambios que se salieran de lo normal, sino que los tumores de las ratas primeramente analizadas habían duplicado su tamaño, en comparación a los del grupo de control. Esta observación no supuso más que la primera parte del estudio. Una vez registrado este efecto, los científicos buscaron qué elemento era exactamente el que lo causaba. El indicio que tenían era el de que esta inflamación se podía deber a la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados que se produce cuando calentamos el aceite y, en un nuevo experimento, comprobaron que estaban en lo cierto.
Así las cosas, esto no quiere decir que el aceite de las frituras tenga un efecto nocivo en las personas sanas, simplemente indica que las personas con alguna dolencia inflamatoria crónica intestinal tienen que controlar el consumo de este tipo de alimentos para evitar que la enfermedad se agrave.
Redactado por:
Conectando Pacientes