VIDA SALUDABLE - 7 de septiembre de 2020
En la sociedad actual, el control del peso es uno de los grandes protagonistas de nuestras conversaciones diarias. Temas como las dietas milagro, la “operación bikini” o los “periodos detox” lideran los medios de comunicación, acentuándose significativamente durante el periodo vacacional ante el temor a una posible ganancia de peso.
Una inquietud social que comúnmente se asienta en creencias populares o mitos, y no se fundamenta en el conocimiento teórico sobre cómo se comporta nuestro organismo, y lo que realmente implica un aumento o pérdida de peso. Como resultado, las fluctuaciones de la báscula son vividas con una enorme ansiedad y angustia que frecuentemente derivan en métodos que atentan contra nuestra salud con el fin de poder controlar estas variaciones en el peso.
Socialmente, tenemos una concepción errónea del peso. Y es que estamos habituados a relacionar la “gordura u obesidad” con el “exceso de peso”, lo que nos lleva comúnmente a la siguiente conclusión errónea: “Si peso más es que he engordado”.
Llegados a este punto, probablemente os preguntaréis qué tiene de malo esa afirmación. Lo explicaremos:
Nuestro cuerpo es un organismo muy complejo formado por una variedad de huesos, músculos, tejidos, órganos, líquidos, etc. Generalmente, cuando nos subimos a una báscula, lo que buscamos es conocer si hemos engordado o adelgazado, es decir, si ha habido un cambio en nuestra “grasa corporal”.
Sin embargo, el dígito que marca la báscula NO refleja la grasa corporal, sino que refleja el sumatorio de todo nuestro cuerpo. Es decir, que el dígito de la báscula suba o baje no tiene por qué deberse necesariamente a “haber engordado o adelgazado” sino que puede ser debido, por ejemplo, a fluctuaciones naturales en los niveles de líquidos que dependen de una multitud de factores como la actividad física diaria, el estrés o el ciclo menstrual.
¿Sabías que nuestro peso corporal puede variar hasta 3 kg en un mismo día o de un día para otro sin que exista ningún cambio en la alimentación?
Por lo tanto, el peso es una medida un tanto engañosa que debemos interpretar con cierta cautela. No tenemos un peso, sino un rango de peso, y un aumento del dígito de la báscula en un momento puntual no tiene por qué implicar una ganancia de peso, sino que debemos fijarnos en si existe una tendencia en el tiempo.
Entonces, ¿sí o no a la báscula?
Tal vez la pregunta no sería báscula sí o báscula no, sino qué tipo de relación queremos mantener con la báscula. ¿Quiero que la báscula condicione mi día y sea el indicador principal de mi salud, atractivo o valía como persona? o ¿quiero que la báscula sea una herramienta más que me ayude a comprobar los posibles cambios en mi cuerpo?
No es cuestión de demonizar a la báscula, sino de no darla tanto poder y tratarla como aquello que es, un instrumento que nos aporta información útil sobre nuestro peso y que nos puede ayudar a regularlo. El dígito no debería priorizarse a nuestro propio criterio y es esencial aprender a interpretarlo.
A continuación, te proponemos algunas pautas a modo de guía para un uso adecuado y responsable de la báscula:
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria