VIDA SALUDABLE - 4 de noviembre de 2022
El sobrepeso y la obesidad son definidos formalmente como una acumulación excesiva de grasa que puede resultar perjudicial para la salud (SEEDO, 2007). Dadas las severas consecuencias tanto a nivel físico como psicológico de la obesidad, así como su tendencia a la cronicidad, socialmente estamos habituados a situar la obesidad como origen del “problema”.
Nada más lejos de la realidad, ya que la obesidad es tan sólo la punta del iceberg. En estos últimos años, la obesidad tanto en adultos como niños ha ido en aumento y consideramos que, en gran medida, es debido al contexto que nos rodea, al ambiente y a los hábitos que hemos ido instaurando tanto a nivel social como individual.
Lo que habría que pararse a pensar es qué hay debajo. Socialmente, la pérdida de peso se percibe como alimentación saludable + actividad física, mientras que en realidad es la suma de una multiplicidad de factores, entre ellos, ejercicio de fuerza, cocina rica y saludable, combinación de alimentos, imagen corporal, flexibilidad, autoestima y autocuidado, resolución de conflictos, ejercicios que involucren todo el cuerpo, comer de forma consciente, identificar señales de hambre y saciedad y una larga lista de factores.
Por todos estos motivos, resulta clave trabajar de manera multidisciplinar para poder tener en cuenta todos los factores influyentes y así poder establecer un abordaje completo y sólido.
Dicho esto, ni siquiera el centro de la intervención nutricional debería ir enfocado a la pérdida de grasa directa sino a restaurar salud y reeducar hábitos de vida.
“Que la pérdida de peso (grasa) sea consecuencia indirecta de restaurar salud”.
Para poder lograrlo hay que trabajar desde un proceso educativo, en el que la persona empiece desaprendiendo esas conductas que el cerebro reconoce como caminos únicos o formas únicas de gestionar y enseñarle otras opciones. Entender el para qué de los cambios nutricionales con un enfoque de salud, aumentando la calidad de vida y el bienestar de los pacientes. Escuchar a nuestro cuerpo, regularnos hormonalmente, prestar atención a los síntomas que nos plantea tales como la falta de energía, las digestiones pesadas, la caída del cabello, la piel irritada, bajo estado de ánimo, entre otros. Empezar por ahí. Dicho esto, por lo tanto, ni hace falta contar las calorías de lo que comemos ni controlar absolutamente todo. Tampoco sirve de nada realizar dietas rígidas temporales.
El 80% de las consecuencias vienen del 20% de las causas.
- Ley de Pareto -
La llave mágica para conseguir resultados sólidos, se basa en buscar un patrón de alimentación saludable y flexible que se adhiera a cada individuo, que se adapte a su vida y tenga en cuenta todos los factores que le rodean. De esta forma es cómo conseguiremos la adherencia e instauraremos un hábito que podrá durar “para siempre”.
Más información en Alimentación 3S.
Redactado por:
Mireia Elías Fernández
Dietista-Nutricionista Col.MAD00190 y fundadora de Alimentación 3S.