VIDA SALUDABLE - 7 de octubre de 2022
Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental el día 10 de octubre, dirigimos este artículo a hablar del papel que crecientemente está teniendo la salud mental en el abordaje de las enfermedades a nivel físico.
Tradicionalmente, se ha hablado de la salud desde un marco teórico que diferenciaba (con más o menos interrelación) entre cuerpo y mente. Así, encontrábamos, por un lado, enfermedades o dolencias a nivel físico (que podían también presentar síntomas emocionales) y, por otro lado, trastornos que afectaban a un nivel más cognitivo u emocional.
Desde hace años, la interrelación entre mente y cuerpo es perfectamente conocida. Fácilmente encontramos ejemplos cercanos de enfermedades a nivel físico que afectan a nuestro estado anímico y salud emocional. Por ejemplo, cómo padecer enfermedades de naturaleza crónica como la diabetes, la esclerosis múltiple o la psoriasis implican una afectación a nivel anímico y generan en la persona que las padece ciertas emociones compartidas como frustración, ansiedad, rabia o impotencia.
No obstante, esto no es todo. El factor que resulta más novedoso y del que existe cada vez una evidencia científica más creciente es de cómo las emociones que tiene una persona, o más concretamente, de cómo gestiona dichas emociones influye (que no determina) en el desarrollo de ciertas enfermedades físicas o en la acentuación de sus síntomas. Así, cada día crecen los estudios que sostienen esta estrecha relación entre el manejo de nuestro mundo emocional y el desarrollo y/o empeoramiento de múltiples alteraciones a nivel físico.
Afectaciones a nivel digestivo como la Enfermedad de Crohn, la probabilidad de episodios en la Esclerosis Múltiple o los brotes de Psoriasis y migrañas son sólo algunos de los ejemplos más comunes de esta interrelación.
En concreto, los resultados parecen apuntar a una relación doble en la que las emociones tienen un impacto en nuestro organismo y, a su vez, el desarrollo de dichas patologías conlleva una serie de cambios en la calidad de vida y el entorno que afectan al estado anímico, formándose así un círculo vicioso.
Bajo este marco, la incorporación de tratamientos a nivel psicológico en el abordaje de estas enfermedades pretende poner fin a este bucle, frenando tanto aquellos factores que funcionan como origen de la patología como aquellos que son consecuencia, resultando esencial para un mejor ajuste a la enfermedad, una mayor respuesta al tratamiento y, en definitiva, un aumento del bienestar y calidad de vida tanto de la persona afectada como de su círculo familiar más próximo.
Psicóloga General Sanitaria en A3S.
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria