VIDA SALUDABLE - 29 de abril de 2022
En los últimos años se ha puesto muy de moda encontrar en la estantería del supermercado las palabras ECO, BIO y ORGÁNICO en envases, anunciando productos que aparentemente parecen ser más sanos, que otros que no tienen esta denominación.
Pero, cuando elegimos este tipo de productos, ¿sabemos la diferencia entre ellos y lo que quiere decir cada uno?
Siempre debemos conocer los productos y alimentos que estamos comprando, ya que en muchas ocasiones, los fabricantes utilizan palabras anzuelo para colarse en nuestras casas, con la excusa de vender un producto saludable, cuando no es así.
La Unión Europea identifica estos términos como sinónimos. Por su parte, la OCU admite que la denominación de estos productos responde a una cuestión idiomática, así, en español, sería más común decir ecológicos, mientras que en francés se usa más el término biológico y en inglés, orgánico.
¿Pero qué son realmente estos productos que nos venden como ecológicos, orgánicos o bio?
Cuando hablamos de estos productos no nos referimos solamente a alimentos, si no que también podemos hablar de productos de limpieza, de prendas de vestir o de productos cosméticos, entre otros.
Para que se consideren ecológicos, orgánicos o bio estos productos deben cumplir una serie de requisitos, entre los que destacan:
Para saber identificar si estos productos cumplen con todas las garantías para ser ecológicos, debemos fijarnos si tienen el sello de la Unión Europea, pero además, en España, cada comunidad autónoma pone también su propio sello en el que se puede leer claramente que se trata de un producto de producción ecológica.
Normalmente los productos ecológicos tienen un precio más elevado que los normales, esto se debe a que su producción es más costosa y más delicada. Los agricultores y ganaderos, así como el resto de productores deben hacer una gran inversión para poder producir respetando los estándares de la Unión Europea.
Ahora que ya sabes algo más de estos alimentos, depende de ti comprarlos o no.
Redactado por:
Cristina Lucerón