VIDA SALUDABLE - 29 de junio de 2021
El asma es una enfermedad respiratoria que afecta a más de 2.500.000 de españoles y cuya incidencia ha crecido en los últimos años.
Las vías respiratorias, que conducen el aire hacia los pulmones, se inflaman y se estrechan, lo que dificulta la entrada de aire con normalidad. Los bronquios tienen una capa interna de músculo que se engrosa en las personas que padecen asma, lo que la vuelve más sensible a los estímulos externos. Practicar ejercicio, los agentes alérgicos, el aire frío, los olores fuertes… pueden producir sibilancias, (ruidos en el pecho) y dificultad para respirar.
Debido a esta inflamación, el cuerpo genera un moco espeso que se expectora con mucha dificultad y que hace que el aire se quede atrapado en los pulmones, lo que a su vez produce la temida sensación de ahogo.
Más o menos, lo que pueden experimentar al respirar las personas que padecen esta enfermedad, sería parecido a si respirásemos por una pajita de beber, es decir, limitando la entrada de aire a un tubo estrecho y expulsándolo también por una cavidad muy pequeña.
Existen muchos tipos de asma, podemos encontrar el asma del lactante, el asma alérgica, el asma no alérgica, que se produce tras inhalar sustancias irritantes, el asma por virus o bacterias, o el asma inducida tras practicar ejercicio.
Además, también existen distintos grados de asma, desde leve o muy leve, pasando por moderada, hasta grave o muy grave. Los expertos serán los encargados de diagnosticar los distintos grados de esta patología.
Dependiendo de cada persona y de su tipo de asma, los desencadenantes pueden variar mucho. Entre los más comunes encontramos las infecciones víricas, los cambios meteorológicos, el polen, los animales, los olores fuertes o el polvo.
Por eso, es muy importante, que las personas que padecen asma sepan cómo mantener su casa libre de estos agentes nocivos, para sentirse bien y muy seguros dentro de su propio hogar.
Los primeros síntomas suelen aparecer incluso antes de que el asma se manifieste, estos pueden ser la rinitis alérgica o la conjuntivitis. El cuerpo nos está avisando de que existe un elemento externo que no tolera y por tanto, empieza a defenderse.
Los síntomas más comunes del asma son sibilancias, presión en el pecho, disnea o dificultad para respirar, tos seca, pitos… Pero debemos tener en cuenta, que los síntomas varían mucho de paciente a paciente y el hecho de tener unos síntomas u otros, no quiere decir que tengamos más o menos asma. Esa confirmación irá ligada de la mano de un experto mediante la realización de una serie de pruebas diagnósticas.
La mayoría de los pacientes que presentan síntomas recurrentes son diagnosticados mediante una prueba llamada espirometría, la cual mide la cantidad y velocidad del aire que sale de nuestros pulmones.
Para realizar esta prueba, el personal sanitario taponará la nariz del paciente con unas pinzas y a continuación, le pedirá que coja todo el aire que pueda, hasta llenar los pulmones y después lo expulse, con todas sus fuerzas, soplando por un tubo que va conectado a una máquina que mide, tanto la cantidad de aire que expulsamos, como el grado de obstrucción de las vías respiratorias.
El profesional también puede requerir otras pruebas para el diagnóstico del asma, como pueden ser la provocación bronquial, la monitorización del paciente en su domicilio, o un análisis de sangre para valorar la predisposición alérgica del paciente.
Los síntomas del asma pueden ser tratados y controlados de forma efectiva mediante tratamientos farmacológicos, como por ejemplo los inhaladores o los aerosoles, que ayudan a que los bronquios se dilaten, lo que facilita la respiración.
Sin embargo, es muy importante que los pacientes que sufren esta enfermedad combinen el tratamiento farmacológico con buenas prácticas diarias, destinadas a mejorar su calidad de vida. Es ahí donde adquiere especial relevancia el cuidado del hogar, para que, al menos, mientras los pacientes están en casa, se sientan seguros y libres de síntomas.
La mayoría de los pacientes pasan gran parte del tiempo en casa, lo que hace especialmente importante mantenerla, en la medida de lo posible, libre de desencadenantes que puedan agravar esta patología aún más.
En primer lugar, el paciente debe mantener el tabaco fuera de casa. Si la persona que padece asma convive con un fumador, es muy importante que este limite el consumo de cigarrillos al exterior, para evitar contaminar el aire con esta sustancia tan nociva.
A la hora de ventilar, las personas con asma deben evitar hacerlo entre las 8 y las 9 de la mañana y también al atardecer, entre las 19 y las 20 horas. Por lo tanto, el momento ideal para ventilar la casa podría ser a las 7 de la mañana, o bien a partir de las 10, ya que a esas horas la contaminación del aire todavía es muy baja. Es conveniente que los pacientes mantengan las ventanas abiertas al menos durante 10 minutos. Después y, sobre todo, si se trata de estaciones alérgicas como la primavera, o si se vive en zonas con mucha polución, se debe intentar no abrir las ventanas el resto del día.
Los productos de limpieza suelen pasar desapercibidos, sin embargo, los olores fuertes o perfumados, pueden agravar considerablemente los síntomas del asma, tanto si es el paciente el que limpia su casa con ellos, como si lo hace otra persona y deja las superficies impregnadas de esos olores. Además, siempre que sea posible, si el paciente no es la persona encargada de la limpieza, sería recomendable que abandonase la casa durante las horas en las que se va a limpiar.
Es muy importante que los pacientes con esta patología sustituyan la escoba de barrer por un aspirador, para no esparcir los ácaros del polvo por todas las superficies. Existen bolsas de aspiradora con filtros especiales para estas personas.
Otra gran enemiga de esta enfermedad es la humedad. El moho lanza al aire unas esporas para reproducirse, las cuales son muy perjudiciales para las personas que las inhalan y que sufren asma, por tanto, los pacientes deben controlar la humedad de su vivienda y mantenerla por debajo del 50% y, si es necesario, pueden instalar deshumidificadores.
También es conveniente cambiar la ropa de cama dos veces por semana y lavarla al menos a 60º. Además, lo ideal sería contar con un colchón y una almohada de materiales sintéticos, como el poliuretano y desechar la lana y el algodón. También es muy importante que los pacientes con asma utilicen siempre fundas anti-ácaros, tanto para el colchón, como para la almohada.
Por supuesto, los pacientes que sufren asma deben evitar alfombras, moquetas o elementos decorativos que acumulen polvo y que sean difíciles de limpiar. Por el contrario, estos pacientes deberían optar por muebles de materiales naturales, fáciles de limpiar con una bayeta húmeda. Además, el número de muebles por estancia también es importante, es este caso menos es más.
Por último, si las personas que padecen asma tienen en su hogar filtros de aire, aparatos de aire acondicionado o un sistema de calefacción mediante rejillas, se hace especialmente importante limpiar o cambiar estos filtros con frecuencia para evitar la formación y propagación de agentes patógenos, que pueden empeorar significativamente los síntomas del asma.
BIBLIOGRAFÍA
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Conectando Pacientes