VIDA SALUDABLE - 5 de mayo de 2023
Ayudar a una persona que tiene depresión es un gran reto. Las sensaciones que inundan con más frecuencia es la frustración al ver que la ayuda que brindamos no tiene un efecto inmediato, e incluso, la rabia o enfado con esa persona por su comportamiento o actitud. Una situación recurrente, preguntar varias veces a nuestro familiar o amigo qué le ocurre y que esta persona nos diga que se siente triste o infeliz sin saber realmente por qué.
Los síntomas de la depresión irrumpen de manera notable el día a día de las personas alterando su trabajo y su círculo social. Algunos de los síntomas pueden ser la sensación de vacío, desesperanza, irascibilidad, la pérdida de interés, sentimientos de inutilidad o dificultad para concentrarse y razonar. O, por ejemplo, en el caso de adolescentes y niños, arrebatos de enojo o irritabilidad.
En este sentido, lo primero que debemos hacer si una persona cercana a nuestro entorno sufre depresión, o hemos detectado conductas depresivas, es promover el tratamiento. Es decir, ayudar a esa persona a dar el primer paso de buscar ayuda profesional. Es algo corriente que las personas que sufren depresión no quieran enfrentarse a este difícil diagnóstico, por lo que pueden enrocarse en superar la situación a través de la famosa fuerza voluntad o simplemente con el paso del tiempo. No obstante, un cuadro depresivo no suele desaparecer sin ayuda de terapia o tratamiento, de hecho, puede sufrir graves recaídas o empeorar notablemente.
Una vez hemos compartido nuestra preocupación por la salud de esa persona con ella, la hemos escuchado y explicado el por qué puede mejorar si acude a tratamiento, ¿cómo podemos seguir acompañándola en ese proceso?
Brindar apoyo a un ser querido con depresión es también complicado, pues a menudo tendemos a culparnos por no habernos dado cuenta antes o creer que su depresión es por nuestros actos. Debemos recordar que no tenemos culpa ni tampoco superpoderes para curar a nuestro ser querido, luego nuestro apoyo será lo más útil.
Así, animarle a continuar con el tratamiento, aun cuando piense que no puede mejorar, o animarle a tener constancia puede hacer la diferencia. También, brindar nuestra ayuda a través de la escucha, es decir, preguntarle cómo se siente sin juzgarle ni recriminarle por su actitud. Además, podemos ayudar con cosas más prácticas que a menudo creemos que son insignificantes. Esto es, por ejemplo, crear entornos seguros que no le generen estrés, ayudarle con sus rutinas de medicamentos, crear un buen horario de comidas y sueño, proponerle hacer deporte o colaborar con las tareas del hogar.
También, es muy importante no juzgar a esa persona diciendo frases como “no tienes razón para estar así porque todo está bien” o “eso que te preocupa no es realmente un problema”. La persona nos está hablando de su forma de sentir o ver la realidad, no que necesariamente tenga que ser así. Intentar convencerle de lo contrario, será invalidar cómo se siente y facilitará que esa persona se encierre más en sí misma y deje de compartirnos su malestar.
En este sentido, otro aspecto importante es no sobreproteger a la persona con depresión, es decir, asumir todas sus responsabilidades. Dejar que la persona se esfuerce, haga sus tareas y se sienta capaz y útil es una parte importante del proceso de recuperación, y además mejorará su autoestima. Así, cuando esta persona de un paso más hacia su recuperación, debemos celebrarlo y premiar cada esfuerzo que consiga hacer: sonreír, apuntarse a un plan, hablar en positivo del futuro… etcétera. Todos estos logros son un pequeño paso en la ducha lucha contra la depresión y tenemos que hacerle ver cuanto lo valoramos, y animarle explicándole que cada vez será más fácil.
Por último, como siempre decimos: para poder cuidar, antes hay que cuidarse a uno mismo. Es decir, debemos recordarnos que no somos los responsables de la situación, sino su familiar o amigo. Es decir, nuestra ayuda puede favorecer el proceso de recuperación, pero la responsabilidad recae en esa persona y en los especialistas.
Sabemos que cuidar a una persona con depresión puede ser muy duro, por lo que busca a su vez formas de compartir tu tristeza o frustración cuando lo necesites. Y, sobre todo, debemos aprender a ser pacientes, pues los síntomas de la depresión y sus consecuencias son un proceso de largo plazo. Así, encontrar el mejor abordaje, tratamiento o profesional, es un proceso que lleva tiempo, por lo que debemos ser constantes y pacientes para recorrer este camino.
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Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria