VIDA SALUDABLE - 24 de noviembre de 2024
“Diría que prácticamente todos los intentos que he hecho para perder algo de peso se han frustrado por los picoteos que tengo por la noche. Llevo varios años en los que me despierto como con muchas ganas de comer y hasta que no voy a la cocina y como algo de la nevera soy incapaz de volver a dormirme. A veces, ni siquiera recuerdo que he comido y soy consciente a la mañana siguiente cuando veo los restos o los envoltorios. Por la mañana, me inunda una sensación de culpa y me da una vergüenza terrible, lo paso mal porque me siento fuera de control y me enfado conmigo misma. Cuando me empezó a ocurrir, supuse que era ansiedad e imaginé que sería una etapa puntual pero con el tiempo siento que no tengo fuerza de voluntad y que no puedo controlarlo, da igual cuánto coma durante el día que termino haciéndolo al menos dos o tres veces en semana”. Carmen, 51 años.
Las palabras de Carmen recogen a la perfección los síntomas de un Trastorno de Ingesta Nocturna y las sensaciones que conllevan para la persona que lo padece.
El Trastorno de Ingesta Nocturna es uno de los trastornos alimentarios dentro del amplio espectro de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y está a medio camino entre los trastornos alimentarios y los trastornos del sueño, combinando síntomas de ambos. Se caracteriza fundamentalmente por el consumo de alimentos durante la noche (ya sea en la cena, antes de dormir o en despertares intermedios) con una marcada sensación de descontrol o involuntariedad. Así, la ingesta alimentaria suele funcionar como una especie de” somnífero o ansiolítico” con la que la persona logra calmarse y conciliar el sueño. Suele estar relacionado con problemas a nivel de ansiedad o depresión en el que la comida funciona como regulador emocional.
Se ha escogido el testimonio de Carmen porque representa con mucha claridad varias de las características más propias de este trastorno:
Insomnio o dificultad para conciliar/mantener el sueño
Impulso o necesidad fuerte de comer
Dificultades para recordar los episodios
Sensación de culpa y vergüenza
Realmente, no suele tratarse de un hambre real (físico) sino que tiene más que ver con unas ganas de comer de naturaleza emocional. Sin embargo, es muy frecuente que la persona lo malinterprete como hambre y tenga dificultades en diferenciar ambas sensaciones. Consiste en un impulso intenso o necesidad de comer ciertos alimentos (habitualmente, alimentos que la persona no se permite en su día a día como dulces, mezcla de sabores, etc.).
Dado que estos episodios acontecen en un momento de “duermevela” en ocasiones la persona no termina de ser consciente de lo que está haciendo y es a la mañana siguiente cuando toma conciencia de su comportamiento. Además, los sentimientos de culpa y vergüenza acentúan aún más el círculo vicioso y complican que la persona desee ser plenamente consciente de sus acciones. Así, es frecuente que estos episodios se hagan de forma rápida e impulsiva, con la luz a oscuras, de pie y en soledad.
Las dos emociones protagonistas de este trastorno. Aunque todas las personas que presentan este trastorno comparten el discurso común de “descontrol, dificultad en controlar el impulso y los numerosos intentos para hacerlo”, no conocer bien cómo funciona el mecanismo y la falta de comprensión profunda del trastorno hace que se viva con mucha culpabilidad, como si se tratase de “poca fuerza de voluntad”.
El objetivo de este artículo es precisamente dar luz a este trastorno y su complejidad, de forma que pueda romperse el estigma y la malinterpretación de este patrón alimentario como “falta de disciplina o de compromiso con la salud”. Conocer de forma detallada en qué consiste y sobretodo ver más allá y comprender que tiene mucho más que ver con una dificultad en el manejo de las sensaciones de malestar emocional como la ansiedad, permitirá dejar a un lado la vergüenza y la culpa para dar pie a la esperanza y el deseo de buscar ayuda profesional y poder dar solución.
Redactado por: Ana Gutiérrez Frutos. N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria