VIDA SALUDABLE - 8 de enero de 2021
¿Qué opinarías si te dijesen que los centros escolares han decidido que los niños coman durante las clases para así ahorrar tiempo?
Como argumento, un horario escolar exigente, colmado de asignaturas, deberes y exámenes, que limita el espacio para el ocio, por lo que comer en el aula sería una forma de “ganar algo de tiempo”.
Posiblemente, muchos/as de nosotros/as no estemos de acuerdo con esta idea. Sin embargo, echemos un vistazo a nuestro día a día adulto. Cada vez estamos más acostumbrados a un ritmo de vida frenético. Una rutina diaria en la que los desayunos son exprés, a base de café, prisas y atascos, los tentempiés en el día prácticamente inexistentes y las comidas a contrarreloj. Un ritmo de vida al que nos hemos acostumbrado y donde la calidad del tiempo concedido a la comida ha quedado entre las últimas prioridades.
Este mensaje acerca de la importancia de prestar atención cuando comemos no es nuevo. Nutricionistas, endocrinos y psicólogos, entre otros profesionales de la salud, siempre han tratado de concienciar sobre la relevancia de comer “despacio”, pausados. Lo que sí es cierto es que nunca antes la sociedad había ido a un ritmo tan rápido y los efectos perjudiciales en la alimentación cada vez son más notorios.
Desde hace unos años, se está comprobando que la forma de comer, y más concretamente, la velocidad es determinante en cualquier proceso de pérdida de peso. Te explicamos por qué:
Redactado por:
Ana Gutiérrez Frutos
N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria