VIDA SALUDABLE - 20 de septiembre de 2024
El deterioro cognitivo, ya sea por el curso natural del envejecimiento, por lesión o por enfermedades neurodegenerativas, supone todo un desafío para la persona que lo vivencia y también para su entorno cercano.
Afrontar esta realidad no solo requiere una aceptación a nivel emocional, sino también una adaptación práctica de los roles de la familia.
Es habitual que ante una situación desestructurada y demandante (como la que conlleva el deterioro cognitivo), tendamos a buscar soluciones rápidas a las dificultades. Por ejemplo, resolviendo las tareas que nuestro familiar con deterioro no sabe realizar. Estos ajustes siempre pretenden que el funcionamiento familiar siga su curso pero no siempre tienen las mejores consecuencias a largo plazo (favoreciendo un mayor deterioro y cargando a los cuidadores principales).
En este artículo queremos ofrecer una serie de estrategias de adaptación que no solo permitan sobrellevar la situación sino que también se dirijan a lograr una mayor calidad de vida para la persona afectada y bienestar para la familia en general.
DIFICULTAD NO ES INCAPACIDAD
COMPRENDER DONDE SÍ Y DÓNDE NO HAY DIFICULTADES
SER CREATIVO EN LA AYUDA Y ADAPTACIONES
PÉRDIDA COGNITIVA NO ES PÉRDIDA DE LA DIGNIDAD ADULTA
Es fundamental que las limitaciones en las actividades diarias NO se conviertan en una total incapacidad para realizarlas. El mejor entrenamiento cognitivo para una persona con deterioro es, sin lugar a duda, el desarrollo de las actividades de su día a día.
Realizar por nuestro familiar todas las actividades de la casa y aseo personal hará que no tenga la oportunidad de estar estimulado/a y que poco a poco vaya generando una dinámica de dependencia, sensación de incapacidad y un mayor deterioro.
En ocasiones, por mero desconocimiento metemos todo en un mismo saco y suponemos que si nuestro familiar tiene dificultades, las tendrá para todo. Sin embargo no es así, el cerebro es complejo y es importante delimitar ¿dónde está la dificultad en concreto?
Por ejemplo, se podría asumir que si nuestro familiar presenta problemas para recordar los ingredientes de una receta, directamente, no puede cocinar. ¡Nada más lejos de la realidad! Tener dificultades de atención o memoria no supone que no pueda tener intactas otras habilidades cognitivas como la de secuenciar los pasos de la receta o poder cocinarla.
Como truco intenta evitar los extremos (o lo hago todo por ti, o lo haces solo). Lo ideal es un cuidado intermedio (te ayudo y guío en tus dificultades y facilito tu autonomía).
Por ejemplo, si nuestro familiar tiene problemas al recordar dónde se encuentra casa cosa, pongamos etiquetas por casa. Si tiene problemas para orientarse, pongamos recordatorios, calendarios y relojes. Lo importante es que la persona sea todo lo responsable posible de su propia autonomía.
Por último, es muy frecuente escuchar frases como “es como un niño”, “es como si tuviese 8 años”, “no se entera de nada”. Esta es una forma de infantilizar al adulto con pérdida cognitiva. La manera en la que hacen frente a algunas tareas puede recordarnos a un/a niño/a, pero no debemos olvidar que no lo son. Es importante que a pesar de las ayudas que queramos proporcionar a nuestro familiar le tratemos con la dignidad de un adulto. La actitud que tomamos frente a él/ella es esencial uno, para su calidad de vida y dos, para la nuestra acogiéndonos al rol que nos corresponde en la familia.
Por ejemplo, conductas como hablar de forma despectiva, interrumpir para corregir, hacer sin pedir permiso o informar, hablar en tercera persona estando presente entre otras son maneras de generar un impacto negativo.
Todos estos consejos no son fáciles de implementar. Sabemos que las estructuras familiares son complejas y tampoco podemos olvidar que todos estos ajustes, además, se realizan en un momento de dolor y de revuelo emocional. Por ello, tampoco dudes en consultar con un profesional que te acompañe a poder hacer este cambio de una forma más fácil y llevadera.
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