VIDA SALUDABLE - 14 de mayo de 2021
La heparina es una sustancia anticoagulante que se utiliza para prevenir la formación de coágulos de sangre. Se suele recomendar a personas que tienen patologías causadas por trombos, como por ejemplo una trombosis venosa o una embolia pulmonar y, también, a personas que se someten a procedimientos médicos con un alto riesgo de formación de trombos, como una cirugía, debido al tiempo de inmovilización al que se someten los pacientes después de la intervención quirúrgica.
Además, la heparina también se administra para evitar que coágulos ya formados en los vasos sanguíneos puedan crecer y seguir desarrollándose.
Actualmente, bajo el término de heparina, encontramos fármacos como la propia heparina, así como otros medicamentos que han sido modificados químicamente, tales como la dalteparina, la enoxaparina o la tinzaparina.
La heparina viene en diferentes concentraciones, dependiendo de la patología para la que se haya prescrito, y se presenta como una solución en jeringas precargadas.
La administración debe realizarse mediante una inyección subcutánea profunda, nunca en el músculo ni en la zona umbilical, habitualmente se inyecta en el abdomen, aunque existen otras zonas que también son aptas para su administración.
Además, los expertos recomiendan ir variando los lugares de administración todos los días para evitar un daño continuado a la piel, y nunca debe hacerse sobre cicatrices, lunares, hematomas…
La dosis a administrar va a depender tanto de la propia heparina que estemos utilizando, como de la patología a la cual esté destinada, pudiendo administrarse de una a seis veces al día.
Tanto el paciente como las personas cercanas o cuidadores que puedan encargarse de la aplicación de la heparina, deben conocer el protocolo de administración perfectamente. Ante cualquier duda, consulte a su médico o farmacéutico de confianza.
En primer lugar, es importante lavarse las manos con agua y jabón antes de administrar la heparina. El paciente debe permanecer tumbado o recostado en una posición cómoda.
A continuación, desinfecte la zona en la cual vaya a inyectar la heparina con un algodón impregnado en alcohol de 70º y seque la zona con otro algodón o con una gasa.
Para proceder a la inyección, se debe coger un pliegue de la piel del abdomen con los dedos índice y pulgar de una mano, como un pellizco y siempre dejando unos 5 centímetros con respecto al ombligo. No suelte este pliegue en todo el proceso. Con la otra mano, coja la jeringa y retire el capuchón que protege la aguja, sin tocarla en ningún momento, manteniéndola totalmente estéril. Introduzca toda la aguja en este pliegue, en un ángulo de 90º y presione el émbolo lentamente hasta inyectar toda la dosis.
A continuación, extraiga la jeringa, suelte el pliegue de piel y pase un algodón seco por la zona, suavemente, sin frotar, ya que esto podría favorecer la aparición de hematomas.
La inyección de heparina debe realizarse siempre a la misma hora del día. Si se olvidase de administrar alguna dosis, no se debe compensar doblando en la siguiente toma, debe inyectarse siempre la dosis especificada para cada toma. La heparina apenas presenta interacción con otros medicamentos o alimentos.
Entre sus reacciones adversas más habituales se encuentran la aparición de hematomas o dolor en la zona de la inyección.
Recuerde consultar siempre con su médico o farmacéutico sobre cómo administrar la heparina correctamente, así como cualquier otra duda.
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