DÉFICIT DE ATENCIÓN - 4 de abril de 2025
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición que afecta la capacidad de concentración, la regulación de la conducta y, en muchos casos, el estado emocional de los niños. Si bien el tratamiento médico y psicológico es fundamental, la alimentación también juega un papel importante en el bienestar general y en el manejo de los síntomas.
Cada vez hay más interés en entender cómo lo que comen los niños puede influir en su comportamiento diario, su energía y su capacidad para mantener la atención. Aunque la dieta por sí sola no “cura” el TDAH, sí puede ser una herramienta útil de apoyo.
El cerebro necesita una serie de nutrientes para funcionar correctamente. En niños con TDAH, ciertos alimentos pueden influir en:
Los niveles de energía
La capacidad de concentración
La impulsividad y la irritabilidad
Una alimentación desequilibrada, rica en azúcares, aditivos o grasas saturadas, puede generar altibajos de energía o dificultar la autorregulación emocional. Por el contrario, una dieta equilibrada puede favorecer la estabilidad física y mental.
Proteínas de calidad. Carnes magras, pescado, huevos, legumbres y frutos secos ayudan a mantener los niveles de energía estables y a mejorar la atención.
Ácidos grasos omega-3. Presentes en pescados como el salmón, el atún o las sardinas, así como en semillas de chía o lino. Se ha estudiado que estos ácidos grasos pueden favorecer la función cerebral y reducir la impulsividad.
Carbohidratos complejos. Pan integral, arroz integral, avena o patatas aportan energía de forma sostenida, evitando los picos de azúcar que afectan la concentración.
Vitaminas y minerales clave. El hierro, el zinc, el magnesio y la vitamina B6 son esenciales para el desarrollo neurológico. Una dieta variada con frutas, verduras y cereales integrales suele cubrir estas necesidades.
Azúcares refinados y bebidas azucaradas. Pueden causar subidas rápidas de energía seguidas de bajones, lo que impacta en el estado de ánimo y la atención.
Colorantes y aditivos artificiales. Algunos estudios sugieren que ciertos colorantes y conservantes pueden agravar la hiperactividad en niños sensibles. No es algo universal, pero vale la pena observar cómo reacciona cada niño.
Cafeína (refrescos, té, chocolate en exceso). Aunque no siempre se tiene en cuenta, puede alterar el sueño y aumentar la inquietud.
Establece horarios de comida regulares. Ayuda a mantener el nivel de energía estable durante el día.
Involucra al niño en la preparación de las comidas. Esto puede motivarlo a probar alimentos nuevos.
Evita premiar con dulces o snacks poco saludables. Busca alternativas como frutas, yogur natural o frutos secos (en edad adecuada).
Observa y registra. Si sospechas que algún alimento influye en su comportamiento, anótalo. Un diario de alimentación puede ser útil para hablar con profesionales.
La alimentación no sustituye a otros tratamientos del TDAH, pero puede ser una aliada importante para mejorar la atención, el comportamiento y el bienestar general. Apostar por una dieta variada, equilibrada y rica en nutrientes favorece el desarrollo del niño y puede ayudar a reducir algunos síntomas.
Cada niño es único, por eso lo ideal es combinar una buena alimentación con un seguimiento profesional que tenga en cuenta sus necesidades individuales.
Ana López Alonso Psicóloga General Sanitaria M-35894 en Alimentación 3S.
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Alimentación 3S