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Cómo afecta el estrés y la psicosomatización a la hipertensión

HIPERTENSIÓN - 4 de abril de 2025

La hipertensión arterial es una de las enfermedades crónicas más comunes, pero su origen no siempre está ligado únicamente a factores físicos como la alimentación o la genética. El estrés y la psicosomatización juegan un papel clave en su desarrollo y mantenimiento, lo que hace que el abordaje psicológico sea fundamental en su tratamiento.

La psicosomatización ocurre cuando el cuerpo expresa a través de síntomas físicos el malestar psicológico. En el caso de la hipertensión, esto significa que el estrés, la ansiedad o la tensión emocional pueden influir en la presión arterial de manera significativa.

Cuando estamos bajo estrés, el cuerpo activa el sistema nervioso simpático, liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas sustancias generan una serie de cambios fisiológicos:

  • Aumento del ritmo cardíaco.

  • Contracción de los vasos sanguíneos.

  • Elevación de la presión arterial.

Si bien este mecanismo es natural y útil en situaciones de emergencia, cuando el estrés es crónico, el cuerpo se mantiene en un estado de alerta prolongado afectando la salud cardiovascular a largo plazo.

El estrés emocional no solo puede aumentar la presión arterial en momentos puntuales, sino que también puede contribuir al desarrollo de hipertensión crónica. Algunas formas en que el estrés afecta incluyen:

  • Aumento de la reactividad del sistema cardiovascular: Personas con altos niveles de estrés pueden tener respuestas más intensas a situaciones cotidianas, lo que mantiene la presión arterial elevada.

  • Desarrollo de hábitos poco saludables: El estrés puede llevar a conductas como el consumo excesivo de cafeína, alcohol, tabaco o una alimentación poco equilibrada, factores que agravan la hipertensión.

  • Menor descanso y recuperación: La ansiedad y el estrés afectan la calidad del sueño, lo que interfiere con la capacidad del cuerpo para regular la presión arterial correctamente.

La hipertensión de origen psicosomático puede manifestarse con síntomas como:

  • Palpitaciones o sensación de presión en el pecho.

  • Mareos o sensación de inestabilidad.

  • Dolor de cabeza frecuente.

  • Sensación de fatiga constante.

  • Tensión muscular, especialmente en cuello y hombros.

Si estos síntomas aparecen sin una causa física clara y se agravan en momentos de estrés, es posible que la hipertensión tenga un componente emocional importante.

Estrategias psicológicas para reducir el impacto del estrés en la hipertensión

Si el estrés y la psicosomatización están afectando a tu presión arterial, es fundamental incorporar herramientas de manejo emocional para prevenir y reducir sus efectos.

  1. Técnicas de relajación y respiración

El estrés activa el sistema nervioso simpático, pero la respiración profunda y la relajación progresiva ayudan a activar el sistema nervioso parasimpático, que reduce la presión arterial.

  1. Identificación y gestión del estrés

Aprender a reconocer las situaciones que generan más tensión permite abordarlas de manera más consciente. Mantener un diario emocional puede ayudar a detectar patrones de estrés y encontrar formas más saludables de afrontarlo.

  1. Reestructuración cognitiva

Nuestros pensamientos pueden aumentar o reducir el estrés. Si constantemente piensas "No puedo con todo", es probable que tu cuerpo reaccione con tensión. Reemplazar pensamientos negativos por afirmaciones más realistas y tranquilizadoras puede ayudar a reducir la activación del sistema nervioso.

  1. Actividad física regular

El ejercicio no solo ayuda a regular la presión arterial, sino que también libera endorfinas, reduciendo el impacto del estrés en el cuerpo. Actividades como caminar, nadar o hacer yoga pueden ser especialmente útiles.

  1. Terapia psicológica o apoyo emocional

Si el estrés y la ansiedad están afectando tu salud de manera significativa, acudir a un psicólogo puede ser una gran herramienta. Terapias como la terapia cognitivo-conductual han demostrado ser efectivas en el manejo del estrés y la hipertensión.

En resumen, el estrés y la psicosomatización pueden desempeñar un papel clave en la hipertensión, afectando la presión arterial tanto a corto como a largo plazo. Identificar los factores emocionales que influyen en la enfermedad y aprender a manejarlos con estrategias psicológicas puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida. Más allá de la medicación y los cambios en la dieta, el equilibrio emocional es una pieza clave para un corazón más sano.

Ana López Alonso Psicóloga General Sanitaria M-35894 en Alimentación 3S

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