SALUD DE LA PIEL - 9 de abril de 2023
La psoriasis es una enfermedad crónica inflamatoria del sistema inmunitario que puede afectar a la piel, a las uñas y a las articulaciones. Se presenta en brotes, con exacerbaciones y remisiones y, en ningún caso, es contagiosa. En suma, afecta alrededor del 2'3% de la población y suele aparecer entre los 15 y 35 años, aunque también afecta a niños y a personas mayores. Esta afección no es hereditaria, pero hay una predisposición genética para padecerla, y un tercio de los afectados tiene familiares directos con psoriasis.
En España hay un millón de personas que sufren psoriasis de los 125 millones que padecen esta enfermedad en todo el mundo. Esta enfermedad se ha asociado con diferentes problemas psicológicos, incluyendo baja autoestima, depresión, ansiedad, disfunción, o ideación suicida. Según La Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad es una necesidad básica y un elemento que no puede ser separado de otros aspectos de la vida humana, siendo extremadamente importante para mantener una buena salud mental.
Uno de los pocos estudios que se han realizado entorno a la psoriasis relacionada con la sexualidad ha encontrado una alta frecuencia de problemas de disfunción sexual en pacientes con psoriasis, además, ha identificado dos posibles factores independientes implicados en esta relación que son la ansiedad y/o depresión y las lesiones. El término disfunción sexual alude a cualquier problema que se produzca en alguna de las etapas de placer del acto sexual y puede producirse por causas físicas, psicológicas o de ambos tipos.
Según este estudio, las erupciones en la piel y los brotes derivados de la psoriasis hacen que las personas que la sufren, según ciertos parámetros como la gravedad de la afección, la edad, el sexo o el nivel educativo, tengan una proyección negativa que afecta a su autoestima y autoconfianza y, en consecuencia, esta baja percepción de ellos mismos hace que disminuya su deseo sexual. Por ello, los dermatólogos creen que el abordaje de la esfera sexual también debería formar parte del plan de manejo de los pacientes con psoriasis.
Por otro lado, es sustancial descartar la afectación de partes sensibles como la zona genital y, también, mantener una comunicación fluida entre el médico y el paciente para poder detectar comorbilidades que necesiten abordaje específico y remitirles a los especialistas o recomendarles estilos de vida saludables, para controlar esta enfermedad crónica.
Uno de los retos para preservar la salud sexual de los afectados sería permanecer sin lesiones, es decir, cuidar minuciosamente los brotes que pudieran salir y recurrir a productos específicos para prevenirlos. Además, estos pacientes muchas veces se sienten estigmatizados por la enfermedad en el ámbito afectivo-sexual. Por lo que otro de los objetivos para normalizar esta afección es estar informados, entender que existe mucha gente que la padece y conocer en todo detalle qué implica sufrirla.
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