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La pérdida del olfato, una herramienta útil en el diagnóstico del Parkinson

PÁRKINSON - 10 de junio de 2018

Es muy probable que no sepas que entre un 40% y un 90% de los pacientes de Parkinson experimentan pérdidas en su capacidad olfativa. Este síntoma poco conocido se ha convertido paradójicamente en una buena herramienta de ayuda en el diagnóstico de la enfermedad. Te contamos por qué.

Muchos afectados de Parkinson comienzan a sufrir un deterioro en su sentido del olfato antes de experimentar problemas relacionados con el movimiento y antes también de recibir una confirmación diagnóstica. Esta pérdida de la capacidad olfativa, que se denomina médicamente hiposmia, suele pasar inadvertida para los propios pacientes.

Sin embargo, son cada vez más los médicos que defienden que es un error no prestar importancia a la pérdida del olfato, sobre todo, porque puede ayudarnos a detectar la enfermedad de forma precoz y a diferenciarla de otras patologías relacionadas con la marcha motora. Los facultativos señalan también que esta incapacidad para oler las cosas no tiene por qué progresar con la enfermedad. Es posible, de hecho, que este síntoma se presente en estadios muy tempranos de la enfermedad y que además permanezca estable sin progresar conforme avanza el Parkinson.
 

¿Qué produce este deterioro?

No existe una respuesta clara. Algunas hipótesis plantean que es posible que la enfermedad no se inicie en la llamada sustancia negra del cerebro, la que produce los síntomas más típicos del Parkinson, sino en el bulbo olfatorio, la estructura que controla el sentido del olfato. De ahí, la pérdida de la capacidad de oler.

¿Existe tratamiento?

De momento, no existe un tratamiento protocolizado, pero hay en marcha estudios que revelan cómo la estimulación cerebral profunda (ECP) consigue cierta mejoría en los afectados. El problema reside en que esta técnica es invasiva y, por lo tanto, no está recomendada como primera opción. Otra opción, con menos riesgos, es el entrenamiento. Una investigación realizada en 2013 mostró que los pacientes expuestos durante tres meses y dos veces por día a cuatro olores diferentes mejoraban en su capacidad de oler.
 

Mientras se encuentra una solución para los pacientes con Parkinson que pierden el olfato, la llamada de atención está en considerar este síntoma como una herramienta diagnóstica más para la detección precoz de la enfermedad. Recuerda que un diagnóstico a tiempo puede ralentizar la progresión de los síntomas.

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