MIGRAÑA - 2 de junio de 2018
Se llama toxina botulínica y se conoce popularmente como bótox. Muy utilizado en tratamientos estéticos, el bótox tiene otras aplicaciones terapéuticas. Se ha utilizado con éxito para evitar la sudoración excesiva y también, y con buenos resultados, para combatir cefaleas y migrañas. Así lo demuestra una investigación realizada por el Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Las estimaciones médicas apuntan que cerca de 1,5 millones de personas sufren migrañas crónicas en España. Esta patología se cronifica cuando los episodios se repiten más de 15 días cada mes. El estudio, publicado en el European Journal of Neurology, contó con la participación de 13 centros españoles y arrojó resultados muy positivos. Así, cerca del 80 % de los pacientes que recibieron tratamiento con bótox durante un año experimentaron una reducción tanto en el número de dolores de cabeza como en su intensidad.
Con el propósito de analizar qué pacientes podrían beneficiarse más de los tratamientos con enzima botulínica, se pidió la colaboración de los afectados en el estudio para que apuntaran los días en los que experimentaron dolor durante un año, la intensidad, la medicación que utilizaron para paliarlo y la frecuencia con la que tuvieron que ausentarse del trabajo o de sus estudios.
Los resultados concretos revelaron que un porcentaje muy significativo, más del 66 % de los pacientes, lograron mejorar en apenas tres meses. El porcentaje se elevó hasta el 80% de los pacientes en un periodo de un año. Además, la investigación reveló que el tratamiento con bótox es más eficaz si se administra de forma precoz, antes de que las migrañas tiendan a cronificarse.
Sobre la presencia de efectos adversos, el porcentaje de pacientes que experimentaron algún tipo de efectos secundarios fue insignificante. Apenas el 1% después de un año de tratamiento.
En definitiva, cada vez se abren más vías para el abordaje de las migrañas y cefaleas crónicas. Nuestra recomendación, como siempre hacemos, es que, antes de automedicarte, acudas a tu médico de familia o neurólogo. Será él quien pueda prescribirte el tratamiento o los tratamientos que mejor se adaptan a tu perfil.
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