HIPERTENSIÓN - 27 de octubre de 2024
El estrés y la ansiedad son dos factores psicológicos cuyos efectos sobre la salud física han sido ampliamente estudiados, especialmente en relación con la hipertensión arterial. La presión arterial alta, es una afección común que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y otros problemas de salud. Pero ¿cómo se relacionan exactamente el estrés y la ansiedad con la hipertensión?
Estrés y respuesta fisiológica
Cuando nos enfrentamos a situaciones estresantes, nuestro cuerpo inicia una respuesta llamada respuesta de lucha o huida. Esta respuesta es una reacción fisiológica automática que prepara al cuerpo para el peligro. Durante esta reacción, se liberan hormonas como la adrenalina y el cortisol, que aumentan la frecuencia cardíaca y contraen los vasos sanguíneos, elevando temporalmente la presión arterial. Aunque este aumento es normal y adaptativo a corto plazo, pueden surgir problemas si el estrés persiste a largo plazo.
Estrés crónico y sus consecuencias
El estrés crónico se refiere a una exposición prolongada a situaciones estresantes y puede tener efectos duraderos en el cuerpo. La exposición prolongada a elevados niveles de cortisol y adrenalina puede dar lugar a una hipertensión persistente. Además, el estrés crónico contribuye a conductas poco saludables como el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, la mala alimentación y la falta de actividad física, todos ellos factores de riesgo para la hipertensión.
Ansiedad y sus consecuencias
La ansiedad, aunque similar al estrés, es una respuesta emocional caracterizada por una preocupación excesiva y persistente. Las personas con trastornos de ansiedad suelen experimentar síntomas físicos como palpitaciones, sudoración y mareos, que también pueden contribuir a la elevación de la presión arterial. La ansiedad crónica mantiene al cuerpo en estado de alta alerta y libera constantemente hormonas del estrés, lo que lleva una presión arterial elevada y sostenida.
Manejo del estrés y la ansiedad
Afortunadamente, existen multitud de estrategias que pueden ayudar a manejar el estrés y la ansiedad reduciendo así el riesgo de hipertensión. Técnicas de relajación como la meditación, el mindfulness o la respiración diafragmática pueden ser muy efectivas. La gestión emocional, identificando, nombrando y poniendo en marcha mecanismos de gestión adecuada de las emociones, también ha demostrado ser útil para tratar los trastornos de ansiedad y enseñar a las personas a manejar el estrés de manera más saludable. Además, mantener una rutina de ejercicio regular y una dieta equilibrada puede mejorar significativamente la salud física y mental.
En resumen, el estrés y la ansiedad tienen un impacto significativo en la hipertensión. Comprender esta relación y adoptar medidas para manejar el estrés y la ansiedad puede ser crucial para mantener una presión arterial saludable y prevenir complicaciones a largo plazo. La atención a la salud mental es, por tanto, una parte esencial del cuidado integral del cuerpo.
Lucía Ongil, Psicóloga Sanitaria Col. M-35082 en Alimentación 3S.
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Alimentación 3S